Por Nelson Acosta y Sarah Marsh
LA HABANA, 1 nov (Reuters) – Esperanza Chacón, una pensionada de 89 años, reza todos los días para que Donald Trump pierda las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Como muchos cubanos, su sustento se ha visto amenazado por el endurecimiento del embargo comercial de Washington contra La Habana.
El hijo de Chacón reside en Miami y le envía el equivalente de entre 60 a 100 dólares al mes, ya que ella no puede vivir de su pensión estatal, de apenas 12 dólares. No obstante, la última medida de la administración Trump, anunciada recientemente, parece dirigida a cortar las remesas.
“¡Está acabando con mi capacidad de vivir y alimentarme a esta edad!”, dijo Chacón. “Por eso estoy rezando todos los días para que no gane las elecciones”, añadió.
Cuba se juega más en las elecciones que la mayoría de los países de América Latina, pues el gobierno de Trump ha enfocado gran parte de su política exterior en la región con medidas destinadas a lograr la democracia, reforzando por ejemplo las sanciones contra Venezuela, su aliado socialista.
Trump deshizo una distensión con Cuba emprendida por el expresidente Barack Obama, quien fomentó las remesas y los viajes a la isla caribeña, así como la inversión extranjera y el sector privado.
En cambio, el mandatario republicano retornó a una política estadounidense de décadas de hostilidad para asfixiar la ya ineficiente economía estatal del partido único del país, el Comunista, con el objetivo de forzar una reforma.
Su rival demócrata, Joe Biden, vicepresidente durante los intentos de Obama de flexibilización con Cuba, prometió revertir rápidamente las políticas de Trump, que “han infligido daño al pueblo cubano y no han hecho nada para promover la democracia y los derechos humanos”.
“Los resultados de las elecciones estadounidenses son enormemente importantes para Cuba porque marcarán la diferencia entre continuar con la política de Trump de tratar de hacer que Cuba se someta de hambre, y la política de Biden de reiniciar el compromiso”, dijo William LeoGrande, profesor en la American University y experto en Cuba.
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DUROS GOLPES
La administración Trump ha asestado golpes al turismo, la inversión extranjera y el suministro de energía a Cuba, al tiempo que endureció las restricciones a los viajes de estadounidenses, puso cerco a los envíos petroleros de Venezuela y activó una ley que permite litigar contra empresas que “trafican” con propiedades expropiadas, entre otras medidas.
“La mayoría de las personas que se quedaron en nuestro alojamiento con desayuno eran estadounidenses, por lo que las reservas se redujeron ahora entre un 40 y un 50% cuando llegó la pandemia”, dijo Jesús Manuel Rivero, de 32 años, que alquila su casa en La Habana.
Washington ha atacado las misiones médicas cubanas en varias naciones, en medio de una campaña que hizo que sus aliados los expulsaran, afectando la principal fuente de divisas del país.
Trump sostiene que el gobierno trafica a los médicos y los mantiene en condiciones de esclavitud. La Habana niega rotundamente esa acusación.
Todas estas medidas han empeorado la crisis de liquidez de Cuba. El embargo causó pérdidas récord de 5.600 millones de dólares en el último año, según el gobierno cubano, y acentuó la escasez incluso de productos básicos como los alimentos.
Bajo Trump, el recorte de la embajada en La Habana a una dotación de personal esquelética y el cierre de la oficina consular luego de que diplomáticos se quejaron de una misteriosa enfermedad ha dificultado los trámites para que cubanos puedan obtener visas y visitar a sus familias en Florida.
Una presidencia de Biden no solo revertiría probablemente las políticas de Trump, sino que también reanudaría el diálogo en temas de interés mutuo como la salud y la seguridad, que han fracasado en el último tiempo, dijo Emily Mendrala, que coordinó las discusiones del Congreso sobre la política hacia Cuba durante un tiempo en el Consejo de Seguridad Nacional de Obama.
Disidentes cubanos, mientras tanto, están divididos sobre los comicios. Algunos esperan una victoria de Biden, al decir que el compromiso priva a su gobierno de una excusa para sus problemas económicos o la represión.
Otros, como José Daniel Ferrer, líder de la opositora Unión Patriótica de Cuba, dijo que “quien gane las elecciones del 3 de noviembre debe escuchar los llamados a la libertad del pueblo cubano y otros pueblos oprimidos”.
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(Editado por Carlos Serrano)