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Ellas fueron parte de un movimiento que se escribió en masculino: “el 68”. Su papel fue fundamental para empujar la ideología de miles de jóvenes que exigían un cese a la represión policial; crearon un lenguaje cercano a la ciudadanía, desarrollaron una política del cuidado sin el cual la comuna no hubiese sobrevivido, no sólo eran estudiantes, eran profesionistas, hijas de un sistema conservador que cambiaron las faldas por pantalones y minifaldas.
Si el inicio del movimiento fue encabezado por hombres, el impulso y la cumbre fueron cimentados por ellas, aunque poco se haya visibilizado, prueba de ello es que hay pocas fotos sobre su participación en las marchas.
De acuerdo con Emanuela Borzacchiello, investigadora feminista y asesora por el núcleo “Mujer y 60” y “Feminismo” de M68: Ciudadanía en movimiento, las mujeres desarrollaban dos trabajos.
Uno era el trabajo político del cuidado, “es verdad que las mujeres cuidaban y cocinaban, pero durante tres años las mujeres también llevaban comida para los hombres y mujeres presas y eso significaba el armado de un pequeño batallón de política de cuidado”; y en el otro, eran las abogadas y psicólogas quienes atendían a sus compañeros reclusos, eran profesionistas en apoyo de sus compañeros.
También estaban las brigadistas, que se encargaban de la colecta de dinero, de ir a informar a los espacios públicos donde el Estado criminalizaba el movimiento. Pero había un trabajo político fundamental por el que se conoció el movimiento estudiantil: era la transformación del mensaje político de los líderes estudiantiles a un lenguaje de cercanía con los mexicanos.
“Cuando tú transcribes y traduces estas presionando el lenguaje y transformándolo para que la ciudadanía pueda entender, entonces estás creando otro lenguaje político” Mujeres en acción Lucía “Lucy” Castillo fue una de las mujeres que participó en el Movimiento del 68 dentro de la política del cuidado. Estudió Veterinaria dentro de Ciudad Universitaria y se integró al movimiento cuando Gilberto Guevara Niebla les contó, dos o tres días después, de la represión en la Ciudadela, lo que había pasado, y que harían una manifestación de protesta.
Lucy fue esa misma tarde a la Prepa 5, de donde era egresada, “en una explanada que había cogí una silla, me subí y empecé a decir a los que estaban sentados en los prados lo que había pasado y que era necesario que apoyáramos protestando contra la represión”.
De las seis mujeres que estudiaban entre 200 hombres en su escuela, solo tres “Lucy, Irene Peña y Sofía López” participaron. MOVIMIENTO DEL Poco se sabe de la presencia femenina en este parteaguas de la historia mexicana Algunas mujeres reconocían que la política no era lo suyo pero la lucha estudiantil les parecía importante, en especial en un contexto enmarcado por el Mayo Francés, el triunfo de la Revolución Cubana y los movimientos juveniles antibélicos en Estados Unidos. “Éramos brigadistas, el trabajo que hacíamos en el Comité de Lucha era comunitario”, relata Lucy.
Eran las encargadas de la economía: realizaban boteo en los camiones, mercados, plazas y donde pudieran; compraban insumos como papel para los volantes, tareas que son poco reconocidas, y de un alto valor político.
Ana Ignacia “La Nacha” Rodríguez inició su participación el día de su cumpleaños, “Marchando el 26 de julio vi la represión que sufrieron mis compañeros en el Hemiciclo a Juárez; nos regresamos a la facultad de Derecho, se formó el Comité de Huelga de la facultad y me convertí en brigadista. Forme parte del Comité de Finanzas en la facultad de Derecho, “yo abría los botes, veía lo que cooperaba el pueblo y con eso podíamos comprar todo para hacer la propaganda para las brigadas”.
Pero también hacían política, “La Nacha” recuerda que una de ellas era la encargada del aspecto político, es decir, se encargaba de hacer los escritos y comunicados, sin esperar la orden de un hombre.
Para “La Nacha”, sin esas mujeres que se subían a los camiones, que acudían a las fábricas y hacían mítines en los mercados o en donde pudieran, el movimiento no hubiese tenido el impacto, la vida y la fortaleza que tuvo
LÍDERES FEMENINAS
Aunque no se alcanzó un liderazgo femenil dentro del movimiento por cuestiones temporales, existían estudiantes que representaban a su escuela en el CNH (Consejo Nacional de Huelga), el máximo órgano del movimiento “La Tita” (Roberta Avendaño) era de la Facultad de Derecho o “La Nacha” (Ana Ignacia Rodríguez Márquez) quién era parte del comité de finanzas de la misma Facultad.
PRESAS POLÍTICAS
Había menos presas políticas. Las féminas participaban más en el apoyo a los presos (hombres) en Lecumberri, por ejemplo en el Comité de La Liberación por los Presos Políticos de 1968. Su vínculo con la cárcel fue de altruismo o promotoras en la liberación de los presos políticos • “La Nacha”, “La Tita”, Rina Lazo, pintora guatemalteca, discípula de Diego Rivera, entre otras, fueron detenidas y encarceladas