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Aunque no se sabe todavía cuántas neuronas, de los 86 mil millones con las que nacemos, pierde el cerebro humano adulto a lo largo de la vida, lo cierto es que hay que cuidarlas.
De acuerdo con recientes estudios de la Universidad de California, en San Francisco, en los que participó el investigador mexicano Arturo Álvarez Buylla, esta maravillosa máquina llamada cerebro no tiene la capacidad de crear nuevas neuronas, como se pensó durante décadas.
Por ello, el doctor Luis B. Tovar y Romo, del Departamento de Neuropatología Molecular del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM, afirmó que para cuidarlo es muy importante mantenerlo estimulado, mediante la lectura y el aprendizaje de idiomas.
Además de darle experiencias nuevas, hacer ejercicio, despegarse un poco del celular, así como dotarlo de estímulos visuales y auditivos, como es escuchar música, entre muchas otras actividades.
Señaló que no hay neurogénesis en el cerebro adulto; es decir, el número de neuronas con el que nacemos es casi la misma cantidad con las que vamos a morir, menos algunas que se van perdiendo en el camino.
Destacó que “si la neurona se muere, se pierde la integración del circuito, y si se pierde éste, se pierde la función que realizaba este circuito”, toda vez que las neuronas están agrupadas para funciones determinadas.
Informó que son diversas las causas que provocan la muerte de una neurona cerebral, entre ellas, el mal del Parkinson, la enfermedad de Alzheimer y el padecimiento Huntington, así como por la esclerosis lateral amiotrófica, en esta última se mueren las neuronas que coordinan el movimiento voluntario.
El investigador comentó que también fenecen las neuronas en eventos agudos o lesiones espontáneas, por ejemplo, infartos cerebrales o en traumatismos cráneoencefálicos muy severos, como sería el caso de alguien que va en moto, se caiga y sobreviva, pero puede sufrir un daño permanente, porque una parte del cerebro se les muere.
Refirió que las neuronas se “suicidan” cuando no reciben los estímulos que les permitan mantenerse vivas, como sería una entrada de señalización que le indique “tú tienes que estar viva”.
Los científicos saben que las áreas activas del cerebro utilizan más energía y, por tanto, exigen un mayor suministro de oxígeno y glucosa.
De esta forma, más sangre se dirige a estas zonas con la finalidad de satisfacer la demanda de las neuronas activas.
A medida que el cerebro se activa, la sangre fluye a las células cerebrales que están trabajando, llevando oxígeno con ella. Por el contrario, una célula cerebral que está inactiva recibe cada vez menos sangre y morirá.