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Por: Pedro Montes de Oca
En México, varias madres recurren de nuevo a los servicios de parteras para recibir a sus hijos en casa.
Casos recientes afirman que la experiencia de recibir a su hijo en casa, en compañía de toda la familia, les llena de satisfacción.
En el país existen más de 22 mil parteras tradicionales que son reconocidas por la Secretaría de Salud y atienden cada año a 370 mil mujeres a nivel nacional, con lo que este oficio cobra auge en el país como una alternativa.
En el marco legal existente, la partería está fundamentada en el reconocimiento de la medicina tradicional en la Constitución Mexicana, en los artículos 1 y 2, y en la Ley General de Salud, en los artículos 6 y 93.
La Secretaría de Salud ha premiado la labor de las parteras por su calidad y por las metas alcanzadas en la reducción de la mortalidad materno-infantil.
En México, la norma oficial en la materia señala que es necesario priorizar el parto normal o vaginal y reducir el índice de cesáreas. No obstante, en 2014, alrededor de 23.2 por ciento de los partos fueron cesáreas de emergencia y 23.1 por ciento programadas; ambas cifras superan la recomendación de la OMS de hasta 15 por ciento de nacimientos por esa vía.
La directora de enseñanza en el Centro de Investigación Materno Infantil del Grupo de Estudios al Nacimiento A.C (GEN), explica que la partera es un personaje que atiende a mujeres de escasos recursos en el nacimiento de sus bebés en comunidades muy alejadas o aisladas del país.
Sin embargo, esta práctica cobra auge, y es un oficio que se ha cotizado en la última década.
De acuerdo con quienes ejercen el oficio desde hace 15 años, sus servicios oscilan entre 15 y 20 mil pesos y están dirigidos a mujeres de clase media y alta.
Una cantidad abismal en comparación con las parteras tradicionales y rurales, quienes cobran cerca de 500 pesos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) “las cesáreas son eficaces para salvar la vida de las madres y los neonatos solamente cuando son necesarias por motivos médicos“.
Pero esto no es así en muchos países. Aunque la OMS resalta que lo ideal es mantener una tasa de cesáreas entre 10 y 15 por ciento de todos los nacimientos, en muchos lugares como México (46 por ciento) y Estados Unidos (31 por ciento) sobrepasan, por mucho, la cifra de lo que es considerado normal.
En ese sentido, la tasa de cesárea en los hospitales o clínicas locales no supera 13 por ciento, mientras que en los hospitales generales sobrepasa 30 por ciento.
Hay una realidad de la que no nos podemos escapar, el parto vaginal (como la lactancia, por ejemplo) es lo mejor para mamá y para el bebé, y eso no se discute. Se aclara que eso no significa que tener a tu bebé por cesárea o darle leche de fórmula es lo peor. Aunque claro, como todo, cada cual tiene sus ventajas y desventajas.
De los partos ocurridos de enero de 2009 a septiembre de 2014, destaca que 94.6 por ciento fueron atendidos por un médico, 2.7 por ciento por una partera o comadrona y el 2.7 por ciento restante se distribuye entre enfermeras y otra persona.
Una mujer que asiste a la madre en el curso del parto, y que inicialmente adquirió sus habilidades atendiendo ella misma sus partos o trabajando con otras parteras tradicionales; sin embargo se debe incluir, la prestación de cuidados básicos a las madres durante el ciclo normal de la maternidad y la atención del recién nacido.
Una de las alternativas para contrarrestar este tipo de violencia obstétrica es el “parto humanizado”, mismo que las parteras pueden facilitar en los pueblos, dándoles a las mujeres la oportunidad de parir con libertad y en un ambiente cómodo y seguro.