“Ser emprendedor es difícil, pero ser emprendedor social es el doble de difícil”, cuenta Haydee Santillán, una joven de 34 años que desde hace siete meses trabaja con artesanos del Estado de México para fabricar zapatos con materiales sustentables, y a pesar de que su calidad es similar a la de un calzado de piel, su principal mercado no está en el país, sino en Estados Unidos.
Ella tiene un gusto especial por el diseño de modas desde hace muchos años, y por ello tomó diversos talleres con el propósito de crear calzado, incluso fundó su marca bajo el nombre de Lahay.
Notó el auge que tenía la venta de calzado de lujo en todo el mundo, y en México no era la excepción, sólo que aquí el mercado se enfocaba mucho en la piel. Actualmente, la industria de la moda es la segunda fuente de contaminación en el planeta, después de la petrolera, y Haydee quería dormir con la conciencia tranquila.
Tras buscar, llegó a Piñatex, una empresa española fundada por Carmen Hijosa, consultora de la industria de artículos de piel en Filipinas cuyo trabajo le demostró que la producción de este material era sumamente contaminante y por ello comenzó a buscar un nuevo textil que se pudiera comercializar, que no afectara al medio ambiente.
Piñatex fabrica un textil realizado con la fibra de la hoja de las piñas cuya flexibilidad y resistencia lo convierten en una alternativa perfecta.
Haydee se identificó de manera inmediata con Carmen, pues buscaban lo mismo: cuidar el planeta. Y es que la emprendedora mexicana sabe que hasta ahora nada es 100 por ciento sustentable; sin embargo, reconoce la importancia de plantear cambios, aunque sean pequeños, pero significativos.
Pero el cambio, asegura, no sólo puede venir de los productores, sino también de los consumidores.
En el proceso de creación de estos nuevos calzados sustentables, Haydee logró que Piñatex se convirtiera en su proveedor del textil y luego acudió a dos comunidades en el Estado de México, San Mateo Atenco y Villa del Carbón, donde los artesanos de calzado estaban acostumbrados a trabajar con piel y otros materiales nada amigables con el planeta. Sin embargo, tras una labor de reeducación, se animaron a trabajar con ella.
Haydee conoce la importancia de que los artesanos crezcan a la par que Lahay. Es por ello que trabajan bajo el esquema de comercio justo, donde las ganancias son equitativas de manera que todo esté bien. Ella elabora los diseños, y una vez que los tiene, viaja a las comunidades donde, junto con los artesanos, realiza las primeras muestras hasta que quedan los modelos finales para comenzar la producción.
Un grupo de artesanos está compuesto únicamente por cinco personas, el otro depende del número de calzados que se fabricarán.
Entre los procesos que ha integrado con los artesanos está el uso de materiales que no alteren el ambiente, como algodón orgánico, o pegamentos que no dañen los textiles de Piñatex.
Actualmente, el modelo de venta es únicamente a través de Internet, y su principal mercado es Estados Unidos, seguido de Australia.
El 60 por ciento de sus clientes son mujeres, aunque la línea es considerada unisex, por ello maneja números del 2 hasta el 10.
Haydee ya duerme más tranquila, incluso ahora comienza a soñar con crear una línea de ropa cuyos materiales también sean ecológicos y orgánicos.