CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Un brazalete de oro blanco adornado con cocodrilos y 1.331 diamantes incrustados brillaba en el exhibidor, a poca distancia de un pendiente de oro amarillo en forma de bala y cubierto con 450 pequeños diamantes negros. Esas fueron apenas dos de las 2.000 joyas incautadas a criminales y defraudadores fiscales que el gobierno mexicano subastó el domingo.
La subasta ofrece un vistazo de los excéntricos gustos entre las esferas delictivas del país, además de reforzar la percepción entre los simpatizantes del nuevo gobierno de que es más transparente y austero.
Se trató de la tercera subasta de este tipo de artículos de lujo que organiza el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha intentado marcar una pauta de austeridad desde que asumió el cargo el 1 de diciembre. Las subastas se han realizado en terrenos de la mansión de Los Pinos, en el Bosque de Chapultepec de la capital mexicana, la cual fungió como residencia presidencial hasta que López Obrador optó por convertirla en un centro cultural abierto al público.
Ricardo Rodríguez Vargas, director del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, perteneciente a la Secretaría de Hacienda, dijo que el objetivo de la subasta del domingo era recaudar 21 millones de pesos (1,1 millones de dólares) para la construcción de caminos en el oeste del país. Algunos de los artículos llevaban hasta cinco años almacenados en las bóvedas del gobierno, acumulando polvo.
El instituto optó, por el momento, suspender la venta de cachas de armas incrustadas de gemas y pendientes de figuras religiosas consideradas como santos patronos de los narcotraficantes.
Miles de mexicanos visitaron Los Pinos durante la semana para dar un vistazo a lo que muchos consideran como narco-tesoros.
“Ellos mandaron hacer cosas muy extrañas”, dijo Felipe Palma, quien pasó junto a su familia por el lugar el domingo.
Los cocodrilos entrelazados fueron la pieza que más llamó la atención de Palma. Parecían estar luchando entre sí, con sus brillantes ojos hechos de esmeraldas. El brazalete se vendió por un equivalente de 10.500 dólares.
“Me imagino que el que mandó a hacer este tipo de joyas era uno de los jefes”, dijo Palma.
Algunos de los artículos más ostentosos no se vendieron, como una pluma fuente Montblanc de oro blanco, con la bandera mexicana formada con 104 esmeraldas, 104 rubíes y 80 diamantes. Tampoco hubo comprador para el reloj Piaget con 227 diamantes blancos incrustados.
Susana Sánchez, otra visitante, rio al pensar en la posible historia del reloj. Imaginó que un capo del narcotráfico se lo regaló a una esposa o amante enfurecida con tal de solucionar el problema.
“Hay una culpa atrás de ese regalo”, dijo Sánchez al salir de la sala repleta de exhibidores.
Sánchez dejó el lugar con la sensación de que pudo dar un vistazo al mundo del narcotráfico, y quedó impresionada con la cantidad de dinero que gastan en adornos. El precio mínimo del Piaget se fijó en 155.000 dólares, y nadie presentó una oferta.
Los subastadores advirtieron a los posibles compradores que los artículos no contaban con garantía ni reembolsos.
Antonio Vela, quien participó en la subasta, esperaba poder adquirir una cadena de oro para uso personal, mientras que Jorge Camacho compró un reloj Cartier con baño de oro, mismo que esperaba vender en una tienda de artículos usados.
“Hay mercado para todo”, dijo Camacho.