El Papa Francisco decidió cambiar la enseñanza de la Iglesia católica sobre la pena de muerte, por ello introdujo una serie de modificaciones a través de una nueva redacción al número 2267 del Catecismo.
El Santo Padre consideraba dicha sanción como viable en algunos casos, y decretó que sea declarada formalmente “inadmisible”, como lo publicó el Vaticano por medio de su sala de prensa.
En ese texto se reconoce que, durante mucho tiempo, la pena capital aplicada por una autoridad legítima y después de un debido proceso, fue considerada como una “respuesta apropiada” a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común.
El cabeza de la Iglesia constató que en los tiempos modernos se ha fortalecido la convicción de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves.
También precisó que se ha extendido una “nueva comprensión” sobre el sentido de las sanciones penales por parte del Estado, implementándose sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos permitiendo, al mismo tiempo, la posibilidad de redención definitiva del reo.
“Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”, apuntó el texto renovado.
Junto a esta nueva redacción, el Vaticano dio a conocer el contenido de una carta enviada por la Congregación para la Doctrina de la Fe a todos los obispos del mundo, en la cual explica las motivaciones del cambio.
En la misiva se recordó que ya Juan Pablo II había intervenido varias veces contra la pena de muerte, apelando al respeto de la dignidad de la persona, como en su mensaje de Navidad de 1998 durante el cual deseó que se lograse en el mundo un consenso para “desterrar” ese tipo de sanciones.
Asimismo, también Benedicto XVI llamó la atención de los responsables de la sociedad acerca de la necesidad de “hacer todo lo posible para llegar a la eliminación de la pena capital”.
Por ello y gracias a los sistemas de detención eficaces que existen en la actualidad, la pena de muerte “es innecesaria para la protección de la vida de las personas inocentes”, apunto la máxima autoridad de la iglesia católica; aunque reconoció que sigue en pie el deber de la autoridad pública de defender la vida de los ciudadanos.
Con información de Notimex