Las movilizaciones en Argentina y varios países de América Latina, incluido México, no fueron suficientes para derribar prejuicios. La Marea Verde, como fue bautizada a la ola de mujeres que salieron a las calles para exigir el derecho a decidir sobre su cuerpo, no alcanzó para hacer que la mayoría de senadores votara a favor del proyecto de ley que legalizaba el aborto seguro.
El Senado de Argentina rechazó con 38 votos en contra y 31 a favor la legalización del aborto que la Cámara de Diputados había aprobado y que representó un avance histórico para el movimiento feminista en ese país.
Después de 16 horas de una sesión que comenzó el miércoles 8 de agosto y concluyó durante las primeras horas del jueves 9, los legisladores dieron marcha atrás a un proyecto que comenzó a discutirse en el Congreso hace cuatro meses y que ahora sólo podrá volver a ser debatido a nivel parlamentario hasta el próximo año.
El pasado 13 de junio, la Cámara de Diputados aprobó la Ley que permitía la Interrupción Voluntaria del Embarazo hasta la semana 14 de gestación, o después de ese plazo, pero sólo ante peligro de la madre y por enfermedad incurable del feto.
La Ley debía ser ratificada o rechazada por el Senado, que tradicionalmente es un órgano legislativo más conservador, pero en el camino entre ambas Cámaras la discusión se tornó más áspera y quedó marcada por las presiones de las iglesias católicas y evangélicas a los senadores.
El miércoles 8 de agosto, la jornada fue acompañada en las calles por cientos de miles de mujeres que esperaron con paciencia, bajo la lluvia y el frío, con la esperanza de que la presión social inclinara la balanza en favor de la legalización.
Sin embargo, los senadores rechazaron casi a las tres de la mañana del jueves la Ley, porque creen en Dios y son católicos, “hay vida desde la concepción” y “el feto tiene alma”, o por considerar que el proyecto viola la Constitución y tratados internacionales, lo que ha sido desmentido incluso por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
También apelaron al inexistente “síndrome post aborto” que “trauma a las mujeres” y denunciaron que el proyecto permitía el aborto hasta los nueve meses de embarazo, lo que no estaba incluido en ninguno de los artículos.
Varios senadores explicaron que la alternativa a la legalización es la aplicación de las leyes vigentes de educación sexual integral y de salud reproductiva, a pesar de que nunca las cumplieron ni las impulsaron en sus respectivas provincias.
Los senadores que votaron a favor insistieron en que este era un proyecto de salud pública y de derechos humanos que, tal y como lo ha hecho en el resto de los países en los que el aborto ha sido legalizado, podría evitar la muerte o condena y estigmatización de miles de mujeres.
Advirtieron, además, que lo que en verdad se votaba era aborto legal, seguro y gratuito en los hospitales o aborto clandestino, ya que esta práctica se seguirá llevando a cabo con o sin legislación.
Con las tendencias negativas a cuestas, los senadores que apoyaban la legalización advirtieron que la aprobación sólo es cuestión de tiempo, ya que es una lucha que mantendrá el movimiento feminista que se consolidó a través de este debate social que polarizó a la ciudadanía y que tuvo en miles de adolescentes a nuevas protagonistas.
A pesar de su duración y de que terminó hasta la madrugada, el debate fue seguido por decenas de miles de personas en Youtube durante todo el día y fue tendencia en Twitter.
De manera simultánea, hubo movilizaciones en 71 ciudades de 35 países en los que predominó el pañuelo verde que se transformó en un símbolo de la lucha por el aborto legal en el resto de América Latina.
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