Al señalar que el sol está relacionado con la calidez humana, y que esta una de las razones por las cuales esperan que vuelva a estar cerca de la Tierra, Nicolás Pauccar Calcina estuvo de visita en Querétaro y fue uno de los que dio la bienvenida a esta estrella en la Peña de Bernal.
“Dentro de todo esto son simbolismos utilizados para que el sol entre dentro de uno y, además de eso, representa el brillo, la magia, es una forma simbólica y es muy importante para los pueblos originarios”.
Nicolás es reconocido como un sacerdote, chamán y “abuelo de tradición” de la nación Q’eros en Perú, en concreto en la comunidad de Marcachea en la provincia de Paucartambo en Cusco. Este lugar es conocido no sólo porque es el último bastión inca, también porque sus habitantes asumen que nunca fueron conquistados como en otras regiones de América y, aunque su vida cotidiana transcurre como en otras zonas, refieren que espiritualmente nunca existió esa imposición religiosa, por lo que sus órdenes sacerdotales, sus rituales y sus tradiciones permanecen intactas.
Desde que era un niño su padre le dijo que tenía que ser uno de los guardianes de “la tradición”, es decir, recibió las enseñanzas de sus ancestros sobre el conocimiento de los Andes.
Señala que una de sus misiones es “despertar conciencias” o “activar sabios”, y por ello ha recorrido varias partes del mundo, en ocasiones como reconocido conferencista internacional y otras veces sólo para seguir “el camino espiritual”.
Hasta los 12 años la única lengua que habló fue la quechua, posteriormente aprendió a leer, escribir y hablar español. Es autor de tres libros y otra de sus misiones es procurar el cuidado a la Madre Tierra.
Aunque tiene tan sólo 36 años es considerado por pueblos originarios, incas, mayas aztecas, entre otros, como “abuelo”, por la experiencia que ha obtenido tras realizar sus viajes.
Uno de los puntos que considera importantes para reflexionar, es esa conquista a la que hemos estado sujetos desde hace mucho y que, entre otras cosas, ha provocado que países de América Latina vivan en condiciones políticas y económicas desfavorables.
En el caso de México, sostiene que “la cosmovisión” de esas culturas anteriores siempre debe ser considerada a la par que otras, con el respeto que eso conlleve.
Considera que muchas veces la gente cree que debe irse y estará mejor en otro lugar, en un país que no es el suyo, sin embargo, la realidad es que aun cuando todos somos seres humanos y pertenecemos al mismo planeta, si honráramos a nuestros ancestros las condiciones mejorarían para el entorno donde radican.
“Estamos en el año 2018 y somos libres, nadie está conquistado, tenemos que tomar esa determinación, eso ayuda a entender en dónde estamos. Esta parte del mundo que es América tiene otra ideología, nuestra genética es diferente y ahí está el conocimiento, hay que despertarlo, entendiendo que somos de América y entender nuestra propia utilidad”, puntualizó.
Añade que hoy en día vendemos nuestro tiempo, y no somos dueños ni de nuestras emociones, siempre hay alguien que decide por nosotros, y por el contrario el conocimiento de nuestros ancestros nos ayuda a ser nosotros mismos.
“Si no revivimos esas prácticas vamos a siempre necesitar del otro que nos diga qué hacer o no hacer, gran parte de la población sigue siendo conquistada, atrapada en ese puente imaginario”.
¿Qué tenemos de diferente con relación a personas de otro continente? Nicolás sostiene que nuestra historia es otra, y nosotros no competimos entre nosotros, somos pueblos pacíficos que nos interesa nuestro hábitat, que respeta la naturaleza y nuestras ideas. “Si vuelves hacia atrás siempre encontrarás a personas que respetaban la naturaleza y que tenían una alta calidad de vida, construimos maravillas, tenemos de qué sentirnos orgullosos; no necesitamos afuera buscar la grandeza, venimos de la grandeza”.
Como muestra dice que basta con observar el comportamiento de políticos, ellos acumulan su riqueza, no respetan a sus pueblos, caen en actos de corrupción, y casi todos ellos creen que “conquistan y se van. Por ejemplo, Perú la mayoría de sus gobernantes están fuera del país, y generalizadamente ocurre lo mismo en América”.
“Ocupan la silla presidencial y se tienen que ir por una o por otra razón, es como si inconscientemente somatizamos al conquistador en el gobernador, y al ciudadano en el conquistado. No se dieron cuenta que este es su lugar y su fin mayor es tener bienestar como un país; el lugar soy yo en persona”.
Relató que alrededor del año 1530 comenzó la gente a venerar a un Dios, pero que es necesario voltear a ver la cultura local. Narra que en un principio vino a México porque el Dios “Cóndor”, rey del sur y el “Águila”, Dios del norte, dictaron una profecía que decía que cuando “vuelen juntos el Águila y el Cóndor la paz llegará sobre la Tierra”.
Dice que entiende que es una leyenda, pero es importante entenderlo, “significa que cuando controles lo que piensas, que es el águila, y cuando controles lo que sientes, que es la energía sexual y creadora, la paz llegará a ti”.
En ese momento nacerá el “quetzal” o serpiente de fuego, que es el “Dragón de América, por eso México era uno de los lugares a los que tenía que venir, para que naciera el quetzal, que es algo metafísico, no puedes verlo, sólo sentirlo. Es algo que nacerá en tu corazón, lo que significa que estarás equilibrado, encontrarás tu centro”.
Nicolás añade que en ese momento es cuando sin el dominio de alguno de esos dos hemisferios aceptas eventos en la vida en los que puedes decidir, por ti mismo, participar o no, o tomar algún rol.
En particular, él considera que las simbologías le permiten alcanzar eso, por ello tuvo que venir a México, para despertar su corazón, y a representar al cóndor, pues él es del sur, de los últimos descendientes de los incas; por ello en 2012 fue a Mérida junto con otros abuelos y abuelas a cerrar con esa profecía.
Como sacerdote y chamán quiso dejar en claro que el trabajo espiritual siempre es individual, pero sería bueno “activar sabios”, para contar con referentes, es decir, para tener ejemplos a quienes escuchar, seguir, y que nos ayuden a recuperar ese conocimiento ancestral.