Los Arcos de Querétaro se erigen como el más importante monumento histórico de esta ciudad, que desde el siglo XVIII constituye un referente para la distribución de agua potable y surge de una leyenda de amor.
El acueducto de Querétaro, es una monumental edificación actualmente de 74 arcos, que alcanzan una altura promedio de 28.5 m y una longitud de mil 298 metros.
El origen de la construcción de los Arcos se remonta al siglo XVII, cuando la ciudad carecía de un eficaz y saludable servicio de agua potable, pues los viejos canales y cañerías que surtían a la ciudad conducían aguas sucias y malsanas, contaminadas por los obrajes, relata el cronista Andrés Garrido del Toral.
Las monjas capuchinas, protegidas de El Marqués Juan Antonio de Urrutia y Arana debieron exponerle sus quejas sobre la necesidad que tenían de agua limpia para sus menesteres, porque aunque Querétaro tenía sobrada agua del río, le faltaba pureza y claridad.
El Marqués buscó en los alrededores de Querétaro la fuente que había de surtir el preciado líquido. Examinados diversos manantiales, encontró que el más adecuado, por estar su nivel a conveniente altura en relación con el de la ciudad, era el llamado Ojo de Agua del Capulín, por un árbol de ese nombre que ahí estaba, en el poblado de La Cañada.
Sin embargo, Los arcos de cantera rosa son una construcción guiada por el amor, ya que cuenta la leyenda que cuando Don Juan Antonio de Urrutia y Arana vio por primera vez a Sor Marcela, el amor entre ambos surgió de inmediato.
Empero había una situación delicada, primero porque Sor Marcela era monja y segundo porque era sobrina de la esposa de Juan Antonio Urrutia y Arana, por lo que nunca hubieran podido hacer realidad su amor.
Pero llegaron a un convenio: ella le ofreció su amor basado en el entendimiento mutuo, pero sobre todo lleno de pureza, pidiéndole a cambio que construyera el ahora majestuoso Acueducto para conducir el agua al convento de las Capuchinas.
La historia que se encuentra detrás de uno de los acueductos más importantes del mundo, tiene sólo una razón de ser: el amor entre un vasco enamorado y una monja. Esta es la leyenda del Marqués de la Villa del Villar del Águila y una de las monjas capuchinas más hermosas de ese momento, Sor Marcela.
El 22 de octubre de 1735 llegó por fin el agua a caja de agua en la plazuela de La Cruz, refirió el cronista, de donde habría de distribuirse, tres años más tarde, a las fuentes públicas por diferentes rumbos de la ciudad, indicó el cronista.
El acueducto está dividido en tres partes: canal inicial, arquería y canal final, y para formar los arcos de piedra y sillería fue preciso transportar planchas, maderas y vigas al valle para formar las cimbras necesarias para la fabricación de tan pesada y elevada máquina, así como el uso de tornos para subir los materiales, garruchas, maromas, lazos, reatas, lías de cuero, cubos, cajones y demás instrumentos.
Hoy en día, el crecimiento urbano envolvió al acueducto y en su eje corre hoy la Calzada de los Arcos.
El acueducto es un referente para los turistas nacionales y extranjeros que visitan la Ciudad de Querétaro, además de que es uno de los más grandes del país.