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Por: Alejandra Cueto
Varias instituciones gubernamentales han instalado centros de acopio, invitando a la gente a donar lo que sea necesario para apoyar a las personas damnificadas por los recientes sismos en nuestro país.
Aunque han enviado camiones con toneladas de víveres, parece no ser suficiente para la ciudadanía que, como en otras partes, se ha dedicado a auxiliar a los afectados.
Es decir, reconocen la labor que realizan, pero conocen la fuerza con la que cuenta la sociedad queretana organizada y por ello no esperan a que les digan cómo apoyar, qué hacer, sino han buscado la manera de coordinarse y poner “un granito de arena”, con cualquier actividad que puedan realizar.
Ese es sólo uno de los escenarios tras lo ocurrido, el otro es que muchos de nuestros connacionales buscan un nuevo lugar para vivir y uno de ellos es nuestra entidad.
Trabajan juntos sin conocerse Alexandra Lobato Quesada ha sido maestra de preparatoria por cerca de 16 años, tras los eventos decidió realizar algunas donaciones en uno de los centros de acopio instalados en la ciudad, ahí fue cuando pensó que podía colaborar con un poco con la logística, por lo que conoció a la persona encargada, Oscar, y se ofreció a colaborar de esta manera.
Fue así que acudió a otros tres centros y poco a poco fueron las mismas personas recolectando datos y coordinándose.
“Empecé a ver que a muchos les faltaban cosas, que a unos les dejaban muy poco,y en otro lado dejaban mucho, incluso unas personas tenían una camioneta de tres toneladas y media incompleta.
“Lo que empecé a hacer es que en conjunto con otras personas creamos una red de contactos.
Realizamos un directorio y grupos de diferentes categorías, yo tengo uno de líderes de acopios, faltan muchos de los que se instalaron en Querétaro, pero en este nos comunicamos entre líderes de centros y con voluntarios con cosas que les sirven a todos.
“Por ejemplo, unos tienen muchas cajas de cubrebocas, mandan información y la canalizamos, otros tienen mucha leche para bebé y otros no tienen, entonces hacemos el traslado”, detalló. Lobato Quesada cuenta que los que iniciaron el grupo no se conocían entre sí y comenzaron a sumar gente. Más tarde crearon grupos de Facebook y de Whatsapp.
Ahora están concentrados en llevar apoyos a comunidades de Puebla, Morelos y aquellas en las que detecten que no han recibido ayuda. “En Morelos descubrieron que en las comunidades más alejadas los jóvenes se están saliendo de sus casas para pedir en las avenidas a las camionetas o vehículos que los apoyan en su comunidad”, dijo.
Comenta que en un inicio pensaban llevar los apoyos a la Ciudad de México, pero como hubo avisos de que en el lugar ya contaban con lo necesario y estaban saturados, tomaron la decisión de ir otros lugares “que incluso ni conocíamos por lo alejado, son pequeños, por lo que empezamos a contactar personas en esas zonas con las que nos pudiéramos comunicar”.
Lo que sobra es solidaridad
Alexandra dice que el patrón que reconoce entre la gente que se une es que son impulsos de solidaridad y que como se ha visto en algunas entidades, como Morelos, existe un descrédito en algunas instituciones o les preocupa la burocracia, por lo que quieren cerciorarse de que las personas reciban lo necesario.
“En realidad si la ayuda la van a recibir ciudadanos no necesito necesariamente filtrarme a través de la institución, yo creo que tiene que ver con el descrédito, la burocracia y el sentir que no tienes acceso, lo dejas y no sabes si puedes hacer más y la solidaridad natural que tiene el pueblo mexicano es un sentimiento de hermandad que por fortuna se nos despierta.
“El esfuerzo lo hacen todos y cada uno de los que están en los diferentes centros de acopio y en las carreteras, todos son ciudadanos, yo sólo contribuyo en comunicación, orden y apoyo.
“No estamos trabajando con DIF, no estamos trabajando con el Ejército, hay muchísima gente”, señaló. Gracias a esa hermandad de los mexicanos y mexicanas, han conseguido transportes privados.
Una persona que cuenta con camiones debido a que tiene un negocio particular, ha puesto sus unidades para trasladar cargas de tres toneladas y media.
Otros ponen camionetas con las que escoltan la ayuda o bien van cargadas de productos, “por ejemplo, hoy nos contactó una chica que ella y su esposo son de Morelos y llegaron a Querétaro hace dos meses y nos dijo que se iba a su comunidad y ahora se va a ir con una camioneta de tres y media, cargada”, platicó.
La mayoría de los que se han sumado son jóvenes y adultos en algunas zonas estudiantes, sin embargo, ella pide que padres y madres motiven a sus hijos que tienen fuerza de trabajo para que las nuevas generaciones se concienticen.
“Lo que haga el DIF a través del gobierno es estupendo, pero no tenemos que ser ajenos, la iniciativa privada y el ciudadano de pie tienen mucha fuerza de trabajo y mucha solidaridad.
“Hay que seguir demostrándola hasta que llegamos a la última comunidad a la que tengamos acceso, canalicemos esfuerzos hasta los lugares más recónditos”, comentó. La voluntaria informó que el lunes están organizando juntarse para cargar un tráiler de veinte toneladas.
A unos kilómetros
Por un lado está el escenario de ayuda y solidaridad, por el otro está el de la reconstrucción. Lamentablemente muchos perdieron la vida, otros a sus seres queridos. Otros agradecen estar vivos y que sólo hayan tenido pérdidas materiales, aunque esto signifique haberse quedado sin su patrimonio de un día a otro.
A esto hay que agregar que la experiencia para varios fue traumática.
Lety vivió la tragedia de 1985, recuerda que en el momento de lo ocurrido estaba bañando a su hijo y tuvo que sacarlo de la regadera, pero aun con todo, no sintió el movimiento de la tierra tan fuerte como en esta ocasión.
Aunque fue de magnitud mayor aquella vez, en ésta los movimientos de la tierra literalmente la aventaron de un lado a otro mientras se bañaba y asegura que la sensación fue peor.
Mientras tenía el jabón en la cara alcanzó a agarrar su bata y salir del edificio donde vive en la Unidad Independencia, en San Jerónimo.
No muchos de sus vecinos salieron, pero por fortuna ahí no pasó a mayores, ningún edificio sufrió daños.
Sin embargo, como vive sola no quiso pasar la noche ahí por si volvía a temblar y ha decidido mudarse de casa. Por el momento no sabe si es una decisión definitiva, pero está buscando casa en Querétaro y asegura que su tranquilidad se quebró. Gaby reside en la Ciudad de México y no tuvo una buena experiencia en 1985, varias de sus compañeras de primaria fallecieron aquella vez cuando la escuela colapsó.
La institución funge como albergue, dado que las mayores afectaciones fueron en la zona sur. En el edificio donde vive no tuvo afectación, sólo un cuarto de servicio que tendrá que ser destruido.