Más de seis mil referencias bibliográficas comparten estantes en el Acervo Bibliohemerográfico “Fondo del Tesoro”, perteneciente a la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
Jabín Oviedo Pérez, egresado de la carrera de Filosofía de la UAQ y encargado de este espacio, dijo que la colección, cuyas obras datan desde el siglo XVI hasta las primeras décadas del silgo XX.
“Se trata de un espacio multidisciplinario, pues cuenta con textos sobre ciencia, literatura, derecho, mística, geografía, historia, zoología y religión, además de que se pueden encontrar en distintos idiomas como español, latín, catalán, inglés, alemán, francés y hasta en sistema Braille”, afirmó.
Oviedo Pérez recordó que se posicionó como encargado de la Biblioteca, a partir de un concurso convocado por la Facultad de Filosofía con su proyecto “Un acervo en busca de sentido”, mismo que está basado en tres postulados: conservación, difusión e investigación.
“Me empeñé en diseñar una serie de estrategias para que se dejase atrás la idea de que esta biblioteca no puede ser consultada”, explicó el egresado.
El primer paso, refirió, fue asegurar la viabilidad del material a través de una limpieza exhaustiva de los estantes, así como un trabajo de conservación y restauración que impida el deterioro de los ejemplares a causa de hongos, insectos o condiciones climatológicas, mismo que efectúa la restauradora Guadalupe Pacheco Castro, también egresada de la UAQ.
El acervo comenzó con aportaciones hechas por coleccionistas particulares, que en 1997 fueron donadas formalmente a la Universidad Autónoma de Querétaro, aunque fue inaugurado hasta 2010.
Dentro de las joyas históricas que pueden encontrarse en el “Fondo del Tesoro” se hallan primeras ediciones de obras de literatura, 25 tomos de periódicos independientes, periódicos regionales que han desaparecido, material que no se encuentra en ningún otro archivo histórico.
También se cuenta con cerca de 300 libros con marcas de fuego de diversas órdenes religiosas, que fue una costumbre de identificación de libros que duró alrededor de tres siglos.
Incluso está en marcha una vinculación con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla para incluir a la UAQ en un catálogo digital colectivo de marcas de fuego. “No tenemos una máquina del tiempo, pero sí tenemos libros antiguos”, señaló el responsable del acervo.
“Es muy importante ver cómo fueron leídas estas obras, para ver cuál era la ideología en cada época; es muy interesante observar las características sociales que pueden apreciarse en ellas”, agregó.