No fue la Ibero, fue la Anáhuac, la universidad privada donde finalmente llegó José Antonio Meade a tener un encuentro con los universitarios para presentarles sus propuestas, aunque también hasta acá llegaron las recriminaciones por la falta de confianza a los funcionarios y los partidos.
Desde temprano estudiantes merodeaban en la zona de rectoría, a la espera de que se abrieran las puertas del auditorio principal y ganar un lugar para escuchar al aspirante presidencial.
Mientras algunos hacían fila, otros especulaban que sería la única participación de un candidato, pues no habían respondido a la convocatoria Ricardo Anaya y Jaime Rodríguez, mucho menos Andrés Manuel López Obrador.
El auditorio de rectoría es pequeño, se cuentan unos 300 asientos, los cuales fueron ocupados de inmediato, mientras afuera las autoridades se esforzaban por contener a un centenar de personas que ya no alcanzaron a entrar.
Meade usualmente es puntual en sus citas y no fue la excepción, a las cinco con 11 minutos de la tarde entró y de inmediato hizo una presentación a los asistentes que, como ha sido en las últimas semanas, se enfoca en la importancia de la definición presidencial en este último cuarto de la campaña.
Aceptó que la impunidad que se vive en el país, donde sólo tres de 100 denuncias tienen consecuencias, ha generado la molestia ciudadana y evaluó que esto se da porque no ha habido prevención, disuasión y, sobre todo, castigo real a quien comete los delitos, acción que se dijo comprometido a cumplir de ganar la Presidencia.
Pero era la sesión de preguntas y respuestas la que esperaban los jóvenes, apenas los moderadores dieron pie a esa posibilidad el auditorio se llenó de manos alzadas que quería cuestionarlo, al final quien decidió quién podía hacerlo fueron ellos.
Las preguntas de los elegidos no fueron –en muchos casos– cómodas. Carlos, estudiante de Comunicación, de inmediato le cuestionó por qué habían de creerles a los partidos y cómo el PRI podría revertir este descontento.
No es la primera vez que el candidato ha tenido que responder a esta pregunta, siendo promocionado por el partido en el poder; sin embargo, reconociendo el disgusto, pidió un voto de confianza.
“Hay una brutal desconfianza en los partidos y en los gobiernos, una distancia entre la sociedad; ese es nuestro reto hacia adelante, lo que nosotros tenemos que lograr es recuperar esa confianza”.
Reiteró su carrera de 20 años en distintos cargos, donde hay quienes piensan mejorar el país.
Temas de los jóvenes, como la atención a los dreamers o quienes dejaron la preparatoria también hicieron reflexionar a Meade, de los primeros reconoció que se les falló al no poderles ofrecer oportunidades que buscaron en el extranjero, y de los segundos recordó cómo desde la Secretaría de Desarrollo Social vio la salida de estudiantes no por falta de ganas, sino por falta de posibilidad de continuar.
“No hay en Mexico ninis, no hay en Mexico jóvenes que ni estudien ni trabajen, lo que hay son jóvenes con grandes retos para salir adelante y que cuando se ven obligados a dejar la educación lo hacen por algo que desde el gobierno tendríamos la obligación de atender.
No es falta de motivación, es una falla de los elementos que desde el gobierno tendríamos que darles”. Aplausos en cada intervención, claramente se veía que el auditorio de esta universidad tenía una predilección por el candidato que, salvó los cuestionamientos, incluso algunos que parecían meramente curriculares.
Lo que no pudo salvar fue la avalancha de jóvenes –y no tanto– que al salir del auditorio lo rodearon para la obligada foto del recuerdo, pero también para que les firmara el libro de su autoría El Mexico que merecemos, como una remembranza más como dijo una voz entre la multitud, “por si gana la Presidencia”.