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Bucareli se vestió de nuevo con lonas y casas de campaña, luego de que tres mil integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) iniciaron un paro indefinido de labores, tras la negativa de la Secretaría de Gobernación a atender sus demandas.
Como si se tratara de una gran apertura, Pedro Gómez daba luz verde para montar el plantón en Bucareli y Reforma.
“En nombre de los trabajadores de la educación en el país, siendo las 2 de la tarde con 52 minutos del horario de la resistencia declaramos instalado este plantón campamento frente a la Segob”, el secretario general de la sección siete de Chiapas.
Desde la noche anterior, el anuncio de la megamarcha bastó para que Seguridad Pública, montara operativos en las entradas principales a la gran urbe, pero sin éxito.
En uno de estos puntos, en la caseta de la México-Cuernavaca, los centistas se enfrentaron con los policías que les bloquearon el paso.
Lo anterior, luego de que los uniformados impidieron la entrada de los camiones en los que viajaban, por lo que en un primer intento, pretendieron entrar a pie a la ciudad, lo que también se les impidió, resultando en una gresca con piedras que derivó en dos oficiales heridos.
Tras esto, ambas partes negociaron que los autobuses fueran escoltados por la SSP hasta el Metro Nativitas, donde inició la marcha del primer contingente.
Pasadas las 12 —con más de dos horas de atraso— de Auditorio Nacional salió una de las marchas en demanda de respuestas al pliego que dejaron en la dependencia federal a principios de mes.
Ni los 30 grados que alcanzó el termómetro, ni los bloqueos policiacos les impedieron seguir por Reforma, Calzada Zaragoza y Eje Central.
Con la calma de aquel que cuyo destino no preocupa, los pocos que partieron del coloso de Reforma se postraron en las inmediaciones del Ángel de la Independencia con el anuncio de que se quedarán si las autoridades no los recibían.
“Si planteamos que lo fundamental es la educación, está haciendo lo correcto la gente que está en las calles, porque dicen que una ley que no está a favor de la sociedad la tenemos que desobedecer”, celebró Manuel Zavala, de la sección 18 de Michoacán, la toma de calles.
Con sombreros y gorras, los manifestantes que por la mañana afectaron a miles de trabajadores provenientes del Estado de México, Hidalgo y Morelos —más de un millón según el Inegi— siguieron su camino hasta la “esquina de la información”, uniéndose a los otros contingentes que salieron con sus mismas esperanzas: ser atendidos.
No dieron tregua ni tiempo. Para ellos la puerta cerrada fue una “provocación”, por lo que las casas de campaña, las lonas, maletas y colchones comenzaron a circular