La educación superior en México durante el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador no sólo enfrentará presiones presupuestales sin precedente para alcanzar niveles de cobertura ideales, también deberá evitar que la masificación y universalización deterioren la calidad de la educación misma, dice el actual responsable de esta área en la Secretaría de Educación Pública (SEP) Rodolfo Tuirán Gutiérrez.
El reto será de equidad, cobertura y calidad, pero se trata de un proceso en constante perfeccionamiento, matiza. En entrevista para CAPITALMEDIA expuso que la educación es una labor “en constante perfeccionamiento y mejora”, a la que se agrega la necesidad de “atención en los rezagos”.
Tuirán Gutiérrez destacó que en esta administración casi se ha cumplido con la meta de 40 por ciento de cobertura educativa para jóvenes entre 18 y 22 años, y aún es posible alcanzarla antes del cambio de gobierno federal: la actual cobertura alcanzó ya el 38.4 por ciento, asegura. Sin embargo, aun cuando el avance es positivo, las cifras también revelan un porcentaje demasiado alto de jóvenes que no tienen acceso a la educación superior. Este rango de edad representa cerca del 7 por ciento del total de la población nacional.
El problema es que ampliar la cobertura implica una presión significativa, en especial por los recursos que se requieren, dice el también doctor en Sociología por la Universidad de Texas en Austin y Premio Nacional de Demografía 2004.
Tuirán Gutiérrez destaca la necesidad de establecer primero las metas de incremento de la cobertura en educación superior para poder determinar los costos asociados. El escenario más ambicioso, dice el subsecretario, es una cobertura de 55 por ciento en 2024 y alcanzar el 70 por ciento en 2030. En ese punto, “se estima que por lo menos se tiene que dedicar alrededor de 8 mil 500 millones de pesos adicionales para dar lugar a un incremento de la matrícula anual de cerca de 250 mil estudiantes”. Eso es casi 100 mil estudiantes más al año de lo que se ha cubierto en los últimos años.
En cuanto a la equidad, no basta con apoyar a un mayor número de jóvenes para que ingresen a la educación superior; se requiere de esfuerzos adicionales para que éstos no dejen sus estudios. Tuirán Gutiérrez se refiere no sólo a ampliar el actual programas de becas que hoy sólo alcanza a 6 de cada 10 estudiantes, sino que “en la medida de lo posible cubra al 100 por ciento de los estudiantes provenientes de los segmentos de menores ingresos, y eso trae consigo una exigencia mayor de recursos”.
La sola calidad educativa requiere de una inversión significativa y necesaria, pero al mismo tiempo se debe evitar que la masificación y la universalización deterioren la calidad de la educación superior. Lo que se debe buscar es que “las oportunidades educativas crezcan con calidad y éste es uno de los más grandes desafíos que tiene el país”, dice.
Otro reto para la próxima administración de López Obrador es perfilar carreras con mayor futuro y con mayores posibilidades de éxito para la inserción exitosa en el mercado laboral. Hoy, el desempleo entre profesionistas es mayor que el de otras personas con niveles educativos más bajos, mientras que 43 por ciento de los egresados de alguna universidad ganaban hasta tres salarios mínimos en 2017. Esto, según , Tuirán Gutiérrez permite identificar cuáles son las ocupaciones saturadas y cuáles son los nuevos nichos de demanda de profesionistas.