El barrio está bien caliente, hermano; no venga. La voz al otro lado de la línea sale de uno de los intestinos de Tepito; en la calle Tenochtitlán.
La onda expansiva provocada por el reciente arresto de Roberto Moyado Esparza, “El Betito”, líder de la organización criminal La Unión Tepito, ha llegado hasta su corazón.
A un par de cuadras de Jesús Carranza, una de las calles más peligrosas de la Ciudad de México, el joven narcomenudista se mueve ágil entre los coches.
Advierte que ir para Tenochtitlán es arriesgado: “Hay mucho policía de investigación. Andan haciendo preguntas. La maña también. Se va a poner más denso, más violento. Es fin de gobierno ¡y luego esto del Betito!”.
Para el maestro Francisco Rivas, director general del Observatorio Nacional Ciudadano, la detención del Betito no es un golpe contundente a la estructura criminal y lejos de minimizar, podría intensificar la capacidad de la Unión Tepito para ejercer actos violentos.
“Creo que parte de la violencia que vivimos en el país tiene que ver c2<on esos descabezamientos, que no son desmembramientos; que no son desarticulaciones”, afirma.
Según el Traca, quien ya ha sido amenazado por grupos armados de jóvenes para obligarlo a vender la droga de La Unión, la captura de Moyado Esparza solo provocará un reacomodo tenso en la cúpula de la organización criminal.
“Hay muchos lugartenientes. A ver quién se queda. Los contrarios se van a querer aprovechar. Ya han estado metiéndose en las vecindades; encapuchados, anotando los nombres de los que tienen tienditas para alinearlos”, relata.
Ese nivel delincuencial de violencia y sometimiento que se vive dentro del mundo criminal en Tepito, tampoco se verá mermado.
Además, de acuerdo con el maestro Francisco Rivas la captura del Betito, a quien el discurso oficial ha colocado como “principal generador de violencia” en la CDMX, tiene un “un error conceptual”:
“Las autoridades piensan que “descabezar” un banda significa minimizar su capacidad de ejercer violencia y eso no es así.
A un grupo de la delincuencia al que le quitan un jefe no le quitan un centavo, no le quitan armas, ni destruyen las redes de corrupción, sigue siendo exactamente el mismo y a la primera ocasión se va a reconfigurar, a reconstruir y va a ser incluso más violento”, agrega.
A sólo unas cuadras de la calle Tenochtitlán, centro neurálgico criminal y de distribución de la droga que circula en toda la capital del país, el Traca vuelve a decir que tenga cuidado porque “está caliente”.
Se acomoda la mariconera, se ajusta la gorra y se pierde en una calle cubierta con los esqueletos metálicos de los puestos ambulantes.