Un estudio revela que las necesidades humanas insatisfechas, bajos salarios y condiciones laborales desfavorables son causantes de que en México haya una tasa de 173 personas adultas privadas de la libertad por cada 100 mil habitantes; los que más llegan a la cárcel son el grupo de entre 30 a 39 años, 35.3 por ciento, los jóvenes de 18 a 29 años, 32.8 por ciento, de 40 a 49 años, 20.6 por ciento, y 50 años y más, 11.2 por ciento.
El documento del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), respecto a las características de la población en reclusión en el territorio nacional, evidencia que 72 por ciento únicamente tiene la primaria y secundaria; y la mayoría de ellos, nueve de cada 10, se desempeñaba en oficios con remuneración informal y bajos sueldos.
La mayoría de las personas recluidas en cárceles mexicanas se dedicaba a oficios de maquinaria industrial, como choferes, en ventas y actividades informales.
En contraste, sólo 3.8 por ciento de los presos trabajó como profesionista o técnico, de éstos más de 60 por ciento manifestó contar con los recursos económicos suficientes para cubrir las necesidades escolares de sus hijos, hasta para dar mantenimiento a su casa.
El 5.9 por ciento de la población en reclusión en México no sabe leer ni escribir, por lo que se encuentran en analfabetismo.
En general, el robo fue el principal delito por el cual está recluida la población penitenciaria, de ellos 35.7 por ciento fueron sentenciados por este delito; el homicidio es el segundo de mayor importancia.
De acuerdo con el Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2017 del Inegi, Sinaloa ocupa el primer lugar con la mayor población privada de la libertad, seguido de Yucatán, Chiapas, San Luis Potosí y Jalisco.
Exreclusos entrevistados por CAPITALMEDIA indicaron que es necesario mejorar las condiciones de seguridad en los penales, así como los programas que brindan.
“Si quieren que seamos mejores personas al salir de la cárcel, deben empezar por procurar que los vigilantes en las cárceles sean correctos; porque son los primeros a los que debemos darles una cuota para que se pueda hacer el alboroto adentro; que por culpa de los custodios, algunos reclusos tienen más poder que otros porque les pagan; y uno, si no tiene dinero, es víctima de los peores tratos, algunos pueden ser hasta violados allá adentro, y nadie dice nada”.
“Afortunadamente ya salí, me metieron al bote porque robé a mano armada, necesitaba un dinero para completar para los gastos de la casa y no encontré ninguna otra forma más fácil que esta”, afirmó el exdetenido, alias “El Flaco”.
Por su parte, la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad 2016 también exhorta al Estado a instaurar ciertas condiciones mínimas necesarias para efectuar una gestión adecuada en los centros penitenciarios y que haya un “desarrollo de habilidades para la reintegración, la cuales abarcan desde las condiciones del entorno intracarcelario, la asistencia para el desarrollo vocacional y educativo, la atención de necesidades comunes y especiales de las personas encarceladas, así como la cooperación entre reclusos y el contacto con los amigos”.
Asimismo, investigadores solicitaron, además de psicólogos y especialistas, mantener orden y seguridad al interior de los penales, pues 33.2 por ciento de los reclusos fue víctima de algún delito al interior de la prisión, 2.9 hechos delictivos por cada víctima, principalmente 16.8 por ciento es víctima de discriminación durante su estancia.
En total, en la última encuesta en 2016, 108 de cada mil reclusos fueron víctimas de corrupción durante su estancia. Según la encuesta, en 2016, cerca de 91.6 de los reclusos esperaba encontrar un trabajo al salir de la cárcel, 94.7 por ciento reintegrarse a su familia, 52.9 por ciento continuar estudiando y 40.5 por ciento reencontrarse con sus amigos.