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Quién inventó a los cárteles

13 de Agosto 2018
El discurso sobre el narco es una cámara de ecos donde nadie sabe quién dijo la primera palabra

JAVIER PÉREZ

Oswaldo Zavala se ha distinguido como académico de la Universidad de Texas, donde se licenció y tiene posgrados.

Ha hecho ficción e investigaciones sobre las representaciones de la violencia y lo político en el contexto de la frontera entre México y Estados Unidos. En Los cárteles no existen. Narcotráfico y cultura en México (Malpaso), Zavala asegura que las ideas sobre el narcotráfico son, casi en su totalidad, resultado de una narrativa concebida por los gobiernos de México y Estados Unidos.

“Lo que no podemos pasar nunca por alto es que nuestra clase política es sumamente delincuencial y perversa. Estamos gobernados por una clase política completamente criminal, y pasamos por alto eso casi siempre –dice en entrevista–. En el tema del narco hemos aceptado dócilmente el discurso del Estado; ha sido naturalizado por los agentes culturales. Ya no sentimos la fuerza del Estado cuando hablamos de cárteles porque esta información ha sido legitimada, constantemente reiterada por periodistas, cineastas, músicos y todo mundo. Entonces, terminamos en una cámara de ecos donde ya no sabes quién fue el que dijo la primera palabra, pero parte de la ambición de mi libro es que la primera palabra sobre los narcos la inventó el Estado”.

Zavala comenzó su investigación al notar que la literatura sobre el narco reproducía lo que las instituciones políticas en México dicen y explican para dar cuenta de este fenómeno en la esfera pública.

“Reproducían esta idea de que los cárteles controlan territorios y se pelean entre sí, que superan el poder del Estado y que es uno de los principales causales de la violencia. Mi primera operación crítica fue señalar eso, pero luego, dándome cuenta de que en realidad esta idea es recibida en la literatura, empecé a pensar en otras zonas de la producción cultural, como el cine, la música actual, la música popular, el arte conceptual, la televisión y entendí que esa misma narrativa circula en todos los demás objetos culturales del país”.

Aunque no sólo eso, también notó que el primer filtro mediador del discurso ofite un ejercicio crítico e independiente que verifica la información que de otro modo no podría ser accesible. Y entonces ahí es donde con mayor fuerza cristaliza y se materializa el discurso oficial”.

Zavala sabe que decir que los cárteles no existen enfrenta cuestionamientos.

“Calderón decía –explica–: estamos en un país tomado por traficantes con un enorme poder corruptor, que controlan a las policías, que controlan territorios, que quitan y ponen candidatos, que financian camcial es el periodismo. Así que puso atención en el trabajo de los periodistas más conocidos en el tema, particularmente de quienes hacen crónica literaria, como Diego Enrique Osorno, Alejandro Almazán, Anabel Hernández o Sergio González Rodríguez. “Ellos terminan acercándose a la información oficial reproduciendo lo que fuentes oficiales les dicen y luego van a una forma narrativa, literaria. Me parecía que el periodismo narrativo todavía era más potente y más influyente en la construcción de esta hegemonía porque finalmente determina nuestro entendimiento de la realidad. Cuando uno lee un libro como La guerra de los zetas o El cártel de Sinaloa, o Los señores del narco, el lector común, el lector no especializado piensa que está anpañas, que lavan dinero en todo el mundo. Entonces, ante esa narrativa, que se naturaliza en el periodismo por ejemplo, la gente no puede entender otra cosa, no puede pensar que los productores de la violencia no sean traficantes, sino como digo en mi libro, más bien, agentes de Estado. Me interesa desmontar ese discurso oficial para mostrar que el Estado no sólo inventa, sino que al mismo tiempo hace uso de esa violencia específica para otros fines políticos que no aparecen en primera instancia. El que más me interesa señalar es el proceso de la reforma energética en México”.

De acuerdo con Zavala, los yacimientos de los recursos naturales, de hidrocarburos y minería que fueron puestos en la reforma energética están en las mismas zonas donde coincide la supuesta violencia en el país. “Es donde supuestamente los cárteles se balacean entre sí, donde descabezan, matan y cuelgan, es donde también se está llevando a cabo la mayor rapiña y repartición de recursos naturales. Creo que esos dos procesos se complementan y avanzan paralelamente, y no nos sorprende que el discurso militarista de la guerra contra el narco, junto con el discurso de la reforma energética, también es apoyado directamente por el gobierno de Estados Unidos, como parte de esa relación geopolítica de subalternización de la clase política en la que vivimos. Ese poder hegemónico de Estados Unidos es el que, y no los culpo enteramente, en parte nos ha llevado a esta absurda militarización del país y a la apertura de nuestros recursos naturales a la explotación extranjera”.

Para él, sí hay traficantes capaces de violencia, mas no cárteles. “Pero la capacidad de violencia, la violencia sin precedentes que nos ha llevado a más de 200 000 muertes y 150 000 desapariciones, no tiene parangón. Es imposible que sea resultado de grupos criminales cuando estos mismos grupos criminales antes de 2007 no hacían ese tipo de violencia a ese nivel. Lo que quiero que notemos, además de que esto es información verificada, no hay especulación, es que simplemente la violencia no estaba ahí antes de la militarIzación, y son datos que no produzco yo. Yo me baso en gente seria que los ha sacado a la luz, como Fernando Escalante Gonzalbo, o estos que hicieron el estudio de Harvard o el índice de letalidad que produjo el CIDE no hace mucho, donde demostraban que en esas supuestas confrontaciones con los poderosos cárteles, la Marina y el Ejército federal tienen un índice de letalidad casi perfecto, que asesinan de una manera casi casi brutal a sus contrincantes, sin recibir ninguna baja significativa. ¿Cuál guerra es esa? No hay guerra, lo que hay es la violenta acción del Estado matando a diestra y siniestra. Ese es mi punto. Tenemos que orientar nuestra atención a la violencia de Estado y dejar de hablar de cárteles porque los cárteles no tienen la menor relevancia en esta historia”.

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