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Tras el desprestigio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y la idea que prevalece como partido ligado a la corrupción, analistas y priistas plantean la necesidad de cambiar de siglas para poder presentarse como alternativa política para las nuevas generaciones.
Estos esfuerzos de renovación son puestos en duda por politólogos como Salvador Mora de la Universidad Nacional Autónoma de México: “Quitarse el peso de malas gestiones es imposible y es poco probable que pueda definir una nueva agenda que materialice triunfos cercanos”.
Pero no es tan fácil, aunque hicieron un primer intento con la designación de un candidato “ciudadano” en la figura de José Antonio Meade, “quitarse el peso de malas gestiones es imposible y es poco probable que pueda definir una nueva agenda que materialice triunfos cercanos en el corto plazo”.
Sobre todo porque –explicó– muchos de los casos de corrupción que enojaron a la gente, como los exgobernadores Duarte, Yarrington y otros, todavía están pendientes.
El académico del Instituto Tecnológico de Monterrey, José Fernando Santillán, considera importante que se revise lo sucedido el 1 de julio: “Primero hay que ver qué pasó porque si le cambian de siglas, pero siguen con lo mismo no servirá de nada”, advirtió.
Para Santillán no es la primera vez que el PRI está en una mala situación, recordando el periodo panista en la Presidencia y, sin embargo, pudieron recobrar el poder. También consideró que el PRI fue “colonizado” por la tecnocracia y el mayor ejemplo “fue haber roto los candados para permitir que gente sin militancia fuese candidato”.