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2018: como desde 1976, la candidatura será económica

06 de Septiembre 2017

Por: Carlos Ramírez H

En 1975, el presidente Luis Echeverría Álvarez enfrentó el dilema de su sucesión presidencial: la ortodoxa política con el secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, o el administrador José López Portillo, secretario de Hacienda, en un escenario de simultáneas crisis económica y crisis política. La opción tecnocrática por López Portillo inició el ciclo de economía neoliberal de mercado.

Un factor poco conocido pareció tener su espacio en la operación sucesoria: la crisis económica iniciada en 1973 tenía en 1975 una presión inflacionaria sobre el tipo de cambio; para resistir el embate del mercado por demanda de dólar barato –12.50, con diferencial inflacionario MéxicoEU malo para México–, Echeverría optó por endeudamiento externo, sólo que los acreedores requerían el aval del Fondo Monetario Internacional. Y el FMI dio el aval a cambio de un programa de austeridad que debía de comenzar en 1976.

En este contexto apareció la figura de López Portillo, a quien Echeverría había designado secretario de Hacienda en 1973 por tanto el negociador con el FMI. Mientras los analistas y especuladores políticos evaluaban la sucesión de 1975-1976 con el método tradicional, la nueva variable del FMI tomaba los hilos de la decisión. La Carta de Intención de Echeverría con el FMI, pactada por López Portillo, fue el factor decisivo para la candidatura del secretario de Hacienda.

A partir de esa sucesión, las posteriores refrendaron el camino: opciones política y económica, con solución económica; así los candidatos fueron: Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo –Luis Donaldo Colosio se hizo populista el 6 de marzo, pero fue asesinado el 23– y Francisco Labastida; la candidatura de Enrique Peña Nieto se dio desde el gobierno del Estado de México, pero con una agenda reformadora económica que formalizaría en el Pacto por México.

Ahora el dilema es el mismo: los dos candidatos viables son el economista José Antonio Meade Kuribreña, secretario de Hacienda, y Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación. El modelo no es nuevo: Moya-López Portillo, García Paniagua-De la Madrid, Bartlett-Salinas, Camacho-Colosio/Zedillo, MadrazoLabastida y Peña-Beltrones.

En el quinto informe de cada gobierno, los presidentes salientes –de Echeverría a Peña– delinearon el dilema entre economista y político; así lo refrendó el presidente Peña Nieto el sábado en su V Informe en Palacio Nacional. Y a pesar de que en cada sucesión –1975, 1981, 1987, 1993, 1999, 2011– había una clara crisis política, la decisión fue por el precandidato economista porque el modelo de desarrollo económico determina las relaciones sociales y políticas; y los presidentes salientes han asumido la crisis política no como una ruptura sistémica, sino como un efecto del insuficiente crecimiento económico.

La clave del Quinto Informe presidencial fue la continuidad del modelo económico y el crecimiento que vendría como elemento de distensión política. Al terminar el quinto informe de gobierno del presidente De la Madrid, el entonces diputado socialista Heberto Castillo Martínez pronosticó que el candidato sería Carlos Salinas de Gortari. Las referencias de Peña Nieto al regreso a las fallas del pasado establecieron los parámetros del enfoque economicista de la candidatura del PRI para el sexenio 2018-2024.

La política mexicana no sólo se encuentra atada al FMI, al Banco Mundial y a la Organización Mundial de Comercio, sino que la economía determina las decisiones de poder. En este enfoque se encuentra la clave sucesoria del V Informe de Peña Nieto.

Política para dummies: La política, pese a sus imprevisiones, tiene sus propios tiempos, ritmos, circunstancias, procedimientos y señales.

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@carlosramirezh

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