En el Boletín 017-345, que aparece en el sitio lopezobrador.org.mx puede leerse lo que el dueño y señor de Morena, Andrés Manuel López Obrador, dijo en el discurso que pronunció en Quechultenango, distrito de Chilapa de Álvarez, Guerrero, el sábado 2 de diciembre.
A mí, como a muchos, me llamaron la atención las siguientes palabras del virtual candidato presidencial morenista, al asegurar que hará todo lo que se pueda para que haya paz en México: “Si es necesario vamos a convocar a un diálogo para que se otorgue amnistía, siempre y cuando se cuente con el apoyo de las víctimas; no descartamos el perdón. Se debe perdonar si está de por medio la paz y la tranquilidad del pueblo”.
Lo que les ofrece el Peje a narcotraficantes, secuestradores, asesinos, extorsionadores, traficantes de personas y migrantes, huachicoleros, saqueadores de tesoros arqueológicos y coloniales, explotadores de flora y fauna silvestre, contrabandistas de armas, lavadores de dinero, fabricantes y distribuidores de medicamentos falsificados, cibercriminales y otros delincuentes muy bien organizados es el absoluto perdón por sus delitos que desde diciembre de 2006 hasta la fecha le han costado al país casi un cuarto de millón de vidas y cientos de miles de millones de pesos. En pocas palabras, les ofrece no sólo el perdón, sino el olvido, porque la palabra amnistía proviene del griego amnēstía, que significa olvido.
No es la del sábado pasado la primera vez que AMLO ofrece una amnistía presidencial. El 11 de agosto de 2016, también en Guerrero, esa vez en Acapulco, al referirse en un discurso a lo que denomina la mafia del poder, dijo: “les decimos a los integrantes del grupo en el poder que, a pesar del gran daño que le han causado al pueblo y a la nación, no les guardamos ningún rencor y les aseguramos que, ante su posible derrota en 2018, no habrá represalias o persecución para nadie. Declaramos esta amnistía anticipada porque lo que se necesita es justicia, no venganza”.
Es decir, que además de a los delincuentes más sanguinarios, AMLO también perdonará a los promotores de la corrupción que a los mexicanos nos cuesta casi 350 mil millones de pesos al año, según afirma Ricardo Salgado, el secretario técnico de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional Anticorrupción.
En su afán de ganar votos, aunque sean los de personas que deberían irse a la cárcel durante décadas, Andrés Manuel López Obrador ofrece amnistiar a los peores elementos de nuestra sociedad, sean degolladores, narcos o delincuentes que cometen sus fechorías sentados cómodamente en una oficina gubernamental o corporativa.
Y, después de la amnistía y el perdón, ¿qué seguirá? ¿Incluirá el Peje a algunos de los beneficiarios de su bondad dentro de su equipo de trabajo? Después de todo, estamos hablando de personas que han demostrado un talento extraordinario para realizar exitosamente sus actividades ilegales.
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