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Anaya olía raro, hoy apesta a corrupción

01 de Marzo 2018
Zoon Politikon Por: Paul Ospital

La divulgación, en medios de comunicación de documentos, relacionados a la triangulación millonaria por parte de Ricardo Anaya con el empresario y amigo de la infancia, Manuel Barreiro, exhibieron lo que a voces se comentaba de Anaya: es un ambicioso de poder y dinero.

La denuncia por parte de quienes estuvieron relacionados en dicha triangulación a través de distintos paraísos fiscales y empresas fantasma, para lavar dinero con la supuesta compra de una bodega de la cual era dueño el panista, en uno de los principales parques industriales de Querétaro, nos demuestra que lo que ya se veía sucio, hoy es un muladar en el cual Ricardo Anaya se está sumergiendo y que, por desgracia, ha hecho que diarios internacionales estén poniendo los ojos negativamente en México.

Las preguntas que surgen en este caso son varias: ¿cómo hacer para que un salario, declarado en el 3 de 3, de 90 mil pesos al mes te permita acceder a la compra de un terreno valuado en 11.3 millones pesos? ¿cómo ascender el costo de ese terreno y venderlo a 54 millones de pesos? Ya no se sabe si Ricardo Anaya es el lobo de Wall Street mexicano o es el caso de corrupción más claro al que se haya relacionado a un candidato en la historia de la democracia moderna de nuestro país.

En problemas más grandes se metió Ricardo Anaya cuando el extitular del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Aristóteles Núñez, le recordó vía Twitter, que, en la explicación que dio en video, omitió dar los nombres relacionados a la empresa compradora, de quienes recibieron los créditos, de la que prestó (parque industrial), de la empresa que construye, de la que vende, entre otras muchas interrogantes. Y es que cuando te audita uno de los funcionarios más respetados que ha tenido la función pública, difícilmente puedes eludir la producción de una gran fortuna en tan poco tiempo.

Finalmente me pregunto y le pregunto a Ricardo Anaya: ¿cómo puedes pedirle confianza, Ricardo Anaya, a los mexicanos, cuando rehúsas declarar ante la Procuraduría General de la República? ¿cómo exiges credibilidad, cuando citas a los medios y no responde las preguntas que te hacen? ¿con qué cara puedes aspirar ser Presidente de México, cuando en un cargo pequeño sucumbes a la tentación de enriquecerte del dinero público? Estas son preguntas que todos nos hacemos sobre un aprendiz del dictador, que, debido a su debilidad moral por el lujo y los excesos, hoy más que nunca ve lejana su posibilidad de llegar a la presidencia.

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