Es lo que debemos esperar de quien ha dejado de ser el Peje y en adelante será quien dirija el destino de México y de los mexicanos.
No deben esperarse intemperancias de aspirante a cargo popular, sino reacciones de quien desde la altura de su responsabilidad, pondera cada situación y en concordancia con sus auxiliares conocedores del tema, toma la decisión oportuna, correcta y beneficiosa.
Andrés Manuel en sus pruebas iniciales ha mostrado un alarmante grado de inmadurez que hace temer no sólo por sus reacciones sino, más grave, las de sus partidarios, convencidos de ser parte del culto sagrado en la iglesia pejiana.
Llama la atención la irracionalidad de personas de alta calificación intelectual y de formación académica de excelencia.
No hay desglose de circunstancias sino respuestas viscerales a los cuestionamientos, allí sí, del Peje que mantiene el carácter rijoso de chavo de barrio.
En el caso de la multa del INE, sin conocer a fondo el asunto descalifica a los consejeros y hace una declaración que más que advertencia, podría significar una amenaza. ¿Así va a gobernar? Si algo no le gusta no lo someterá al imperio de la legalidad sino a la reacción del hígado.
Y tras la irregularidad no aclarada la mentira: entregó medio millón de pesos de las regalías de uno de sus libros pero al no encontrarse antecedente, al estilo Peña avienta el problema para que lo aclare su esposa.
Y resulta que ella aportó sólo 8,500 pesos.
A nadie parece importarle la incongruencia, la falsedad y la incontinencia verbal de nuestro mandatario ya, de hecho, en funciones, ni los peligros que eso representa para la marcha del futuro gobierno.
Varios de sus más estrechos colaboradores, especialmente Romo el empresario, parecen no tomarlo en serio. Lo contradicen o anuncian vertientes novedosas y generalmente falsas.
Emboletan al argentino del Vaticano a participar en una de las puntadas pacifistas, mientras pretenden sumar a sus huestes de adoradores a los zapatistas.
Así van justificando. ¿Que no habla inglés? Pues que Trump aprenda mexicano o español, lo que necesite para entenderse con el todavía Peje.
Y volvemos a las criticadas labores peñistas que al traducirse a pejistas son explicables. Antes incluso de ser proclamado ganador, ya se entrevistó un par de veces con el vecino del norte, al que dejó el privilegio de informar el resultado de esos contactos.
Tan indigno como cuando Peña Nieto lo recibió en México. Si alguien encuentra diferencia, que la explique…