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Francamente la presunta consulta que realizó Andrés Manuel López Obrador en torno a la edificación o no del Aeropuerto Internacional de México careció de veracidad, y en la mayor parte de las casillas pudieron votar hasta personas que no tenían credencial de elector, hecho que fue confirmado por diversos reporteros que asistieron a distintas casillas para emitir su voto, y en todas les fueron aceptadas las mismas credenciales de elector que presentaron en otras mesas.
Habrá que señalar que este ejercicio organizado por el Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, no puede tener carácter vinculante ya que carece de los elementos fundamentales que señalan los ordenamientos legales. Y ni qué decir de la forma en que se organizaron las mesas que fueron manejadas directamente por militantes del partido que lo llevara a la Presidencia de la República y que alcanzó el triunfo en base a los cuestionamientos de sus adversarios, y no por razones válidas y fundamentadas en estudios serios.
Para decirlo de otra forma, la consulta como tal nunca existió, porque el único ejercicio que observamos quienes recorrimos diversas casillas, fue un referéndum organizado entre los agremiados del Movimiento de Regeneración Nacional. El presunto engaño no fructificó, porque los contingentes de opinantes llegaron a los centros de votación en carruseles organizados por los liderazgos de Morena, y una vez que realizaban la votación, el mismo contingente se movía hacia otros lugares para simular una inmensa y abrumadora mayoría.
Habrá que decir que este ejercicio no puede ser el conducto para garantizar la soberanía del pueblo y el empoderamiento de los mexicanos en la toma de decisiones, porque lo que se realizó carece de legalidad y no puede servir como un parámetro para que el próximo gobernante de este país llave a cabo la orientación del gasto público y las inversiones en infraestructura.
No se puede dejar el destino de obras que requieren especialización, en manos de esas masas amorfas de hombres y mujeres que obedecen los dictados del líder.
Si la dictadura de las masas será el credo de Andrés Manuel López Obrador en el ejercicio gubernamental, ya podemos avizorar el desastre de país en que se convertirá México en el corto plazo. Insisto, actos como este no garantizan la soberanía del pueblo, y mucho menos representa el empoderamiento de los ciudadanos, por el contrario, es un despropósito que mantiene intereses políticos definidos e identificados, y que son la mejor muestra de lo que podemos esperar los mexicanos en los años venideros.
Este será el primero de muchos, porque es lo que necesita Andrés Manuel López Obrador para consolidar la fortaleza de su liderazgo, ahora desde el gobierno, y claro está que con el escudo de la soberanía popular. Para decirlo más claro, lo que muchos temían acerca de que el populismo se aposentara en este país, es ahora una lamentable realidad. México eligió en las urnas su destino a causa del encono acumulado por los malos gobiernos. Hasta ahora desconocemos que será peor, si el remedio o la enfermedad.
Al tiempo.