Por: Vladimir Galeana
El trágico sismo de 1985 había marcado un antes y un después en la historia del país, porque solamente se tenían noticia de algunos sucesos similares durante La Colonia. Ese fue el principal motivo para intentar rehacer la historia y llevar un registro de las eventualidades que provocan los acomodamientos de las placas tectónicas. La eventualidad más rigurosa que se tiene es la ocurrida el 7 de abril de 1845, que se supone fue superior a la magnitud 8 en la escala de Richter, y cuyo epicentro se registró en el puerto de Acapulco.
El daño provocado a la estructura del Templo de Santa Teresaprovocó la caída de la cúpula, de ahí que se le haya denominado como el “temblor de Santa Teresa”. Cuentan las crónicas que las autoridades se declararon en cabildo permanente durante toda la contingencia.
A través del Diario Oficial las autoridades lanzaron una convocatoria para que los ciudadanos hicieran donaciones con la finalidad de apoyar a los damnificados, principalmente a los ubicados en la zona de Xochimilco, la de mayor desastre.
Señalan los especialistas que ese sismo es el antecedente inmediato de los registros puntuales que se llevan ahora y que han marcado la historia reciente de la megalópolis en que se ha convertido el centro del país. Guardadas las proporciones históricas, el impacto de los terremotos más fuertes que se han padecido en lo que ahora denominamos la Ciudad de México es inversamente proporcional al desmedido crecimiento que la irresponsabilidad de nuestros gobernantes, de los tres órdenes, ha provocado.
Pero también hay que señalar que la recuperación de la memoria sísmica del país inició hace poco más de 100 años, y abarca desde las crónicas prehispánicas hasta la más reciente que es el sismo de 1985, ya que el acontecido hace siete días se comenzará a historiografiar a partir de que se tengan compilados los datos de las afectaciones sufridas entre la población, y los bienes públicos y privados que fueron siniestrados. Para decirlo mejor, esa es una historia que quedará pendiente al menos un buen tiempo.
Lo que no puede quedarse en el olvido es que con todo y los daños padecidos en diferentes rumbos de la megalópolis, y en los estados afectados, el único que ha estado ausente es el señor Andrés Manuel López Obrador, a quien no se le ha visto ayudando, o enviando apoyo a los damnificados, por el contrario, mucho le pesará la actuación de la delegación Tlalpan, con las irregularidades detectadas en la construcción y remodelación del colegio Enrique Rébsamen, que por ahora dirige la presunta candidata a jefa de Gobierno por Morena, Claudia Sheinbaum.
En todo este proceso de necesidades poblacionales afectadas, el señor Andrés Manuel López Obrador ha estado ausente, y eso motivó que los demás líderes partidistas le ganaran el discurso de la disposición de fondos para los damnificados. Esta vez no hubo predicas reivindicatorias, y el suceso de la naturaleza no dio, con todo y los muertos, para la obtención de rendimientos políticos para el tabasqueño. Sin lugar a dudas, la inacción del dueño de Morena tendrá un considerable costo en sus posibilidades presidenciales. Al tiempo.
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