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El juguete de Trump

26 de Abril 2017
Por: Antonio Navalón

México y los mexicanos somos el 911 político de Donald Trump en sus malos momentos y su juguete favorito en los buenos.

Y es que a nosotros nos han podido hacer de todo, perseguirnos, amenazarnos, insultarnos y, como sucedió con otros pueblos hostigados durante la historia reciente del mundo, estamos siempre ahí para amortiguar una caída de las encuestas o una crisis política.

Trump no ha vuelto, Trump nunca se fue. Para él somos la materia no con la que se tejen los sueños, como decía Shakespeare, sino la que es presa de la demagogia más barata.

Ahora el presidente 45 de Estados Unidos de América nos puede atacar y aunque sea un acto suicida –dada la composición actual de su país– lo hace sobre la convicción de que nunca pasará nada.

Los profesionales, los que no están enfermos por ego, por fracaso político o por las tendencias de las encuestas, saben que una negociación como la del TLCAN es algo que va para largo y que admite pocos juegos de improvisación.

Los oportunistas o los vendedores de la nada, como Donald Trump, son gente a la que como no les importa el resultado y tampoco tienen ninguna fe en lo que pasará después de que ellos terminen su mandato, están dispuestos a hipotecar y a vender a su madre, si es necesario, con tal de salir bien librados de una coyuntura.

Decía Bismarck que la diferencia entre un estadista y un político, es que “el político piensa en la próxima elección y el estadista, en la próxima generación”.

En este momento, aparte de la amenaza, aparte del muro, aparte de las remesas –que ésa es realmente la espada de Damocles del sistema– y aparte de la confusión en la negociación por parte de México, lo único que queda claro es que Trump seguirá y mientras sea presidente, siempre estaremos ahí para sufrir un insulto, un desaire, una bofetada o una amenaza.

A México lo que más le conviene a estas alturas, donde no ha sido capaz de articular una política alternativa de alianzas comerciales que pueda sobreponerse al chantaje permanente de mister Trump, es no tener prisa y esperar a que todas las bombas de tiempo que su administración tiene colocadas en el corazón del sistema estadounidense, simplemente estallen.

En cuanto a los mexicanos, lo que más nos conviene es encontrar una clase que negocie en nuestro nombre y que no esté dispuesta a hipotecarlo todo sólo por quedar bien ante su ego o ante alguna encuesta.

Pero mientras eso sucede, seguimos siendo el juguete de Trump.

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