La fotografía que vimos ayer en varios medios impresos me recordó la de un maestro que desde su posición dominante enseña o tal vez regaña a sus alumnos. En ella vemos en la Oficina Oval de la Casa Blanca al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sentado detrás del famoso escritorio presidencial Resolute, hablándole a los secretarios de Relaciones Exteriores y Economía, Luis Videgeray e Ildefonso Guajardo, respectivamente, quienes sentados en unas sillas colocadas a su izquierda lo escuchan pacientemente. Videgaray, con la pierna izquierda cruzada sobre la derecha, luciendo una sonrisa complaciente, como diciéndole al suegro de su supuesto amigo Jared Kushner: “Estoy de acuerdo en todo lo que usted diga, jefecito”. A la izquierda de Videgaray se ve a Guajardo, con las manos entrelazadas y con un gesto que denota aburrimiento, como si se estuviera diciendo: “Ya cállate, payaso, sólo sabes hablar de ti mismo”.
La reunión entre Trump y los funcionarios mexicanos, en la cual también estuvo Jesús Seade Kuri, el negociador del TLCAN nombrado por Andrés Manuel López Obrador, se realizó para anunciar el fin del TLC tras casi 25 años de vigencia y la pronta entrada en vigor de un nuevo acuerdo que, según el presidente gringo, se llamará al Acuerdo Comercial Estados Unidos-México (ACEM) y que en México deberá tal vez denominarse Acuerdo Comercial México-Estados Unidos (ACME).
Curiosamente, Canadá no está incluido en este acuerdo en vista de que decidió abandonar las pláticas hace algunas semanas como reacción a la guerra tarifaria que le declaró el gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, tanto los funcionarios mexicanos como estadounidenses involucrados en las negociaciones aseguran que el país que gobierna Justin Trudeau está invitado a incorporarse al acuerdo.
Algunos aspectos del nuevo acuerdo anunciado ayer, que ahora deberá redactarse para que se someta a la aprobación del Congreso estadounidense, son: para que no haya tarifas arancelarias dentro de la zona comercial los automóviles fabricados en Norteamérica deberán contener 75 por ciento de componentes norteamericanos, más que 62 por ciento que ahora se exige de acuerdo al TLCAN; deberán utilizar más aluminio, acero y autopartes norteamericanas; un porcentaje del vehículo deberá ser fabricado por trabajadores que ganen un mínimo de 16 dólares la hora; el ACME tendrá una vigencia de 16 años, prorrogable a otros 16, y será revisado y actualizado cada seis años.
Trump calificó como fantástico al nuevo acuerdo y anunció que México ya acordó comprarles a los agricultores estadounidenses todos los productos que pueda.
La estrella del evento de ayer fue Trump, quedando el presidente de México Enrique Peña Nieto relegado a un segundo plano en vista de que sólo participó por la vía telefónica, hablando en español y utilizando los servicios de un traductor. La verdad es que Videgaray y Guajardo podrían haber insistido en una reunión bilateral para anunciar el ACME.