La política está compuesta por golpes bajos, grandes ideales en teoría y un sinnúmero de prácticas humanas.
Sin embargo, pocas veces en la historia reciente de la política de México ha existido una campaña más estrepitosa y escandalosa que la que estamos presenciando en este momento.
Si usted tiene WhatsApp, un teléfono inteligente o simplemente se mantiene activo en las redes sociales, lo compadezco como me compadezco de mí mismo, y es que, es muy probable que reciba una gran cantidad de basura en forma de mensajes, comunicados y fotos de los diferentes protagonistas políticos de nuestro país.
Políticos que se han empeñado en llevar su incompetencia a tal nivel que no son capaces de crear ninguna propuesta constructiva y sólo intentan destruir por medio de su Facebook, Twitter, Instagram o WhatsApp la imagen del que tienen enfrente.
Así que cuídese y saque todo lo que está en el spam de su teléfono, porque la vida nos ha colocado en una difícil tesitura en la que seguimos creyendo en alguien, pese a su enorme ineficiencia.
Pero si encima de todo eso nos lo recuerdan cada cinco minutos por medio de mensajes como si fueran la esposa, el esposo, la novia o el novio, imagínese lo que nos transmiten al ser personajes que a pesar de vivir de su esfuerzo y su sudor, lo único que pueden proponer es atacar al enemigo pero no construir un nuevo proyecto de desarrollo para la nación.
Las redes sociales y el Internet se están convirtiendo en algo terrible, puesto que antes de su llegada las relaciones humanas no eran antipersonales.
Y es que, es fácil amar al prójimo como lo hace el Papa, desde un balcón y muy lejos del aliento de los humanos. Sin embargo, es muy difícil seguir enamorado de alguien después de haber viajado juntos, pero si eso sucede normalmente significa que hay algo importante, y si no pues ni hablar, la historia de los humanos es prueba y error.
Pero volviendo a los políticos, en vista de que se han empeñado en destrozarnos la poca intimidad que podíamos tener con nuestro propio celular, por favor no nos enseñen a ser más vulgares, más bajos, más incapaces y más incompetentes.
Y si se dirigen a nosotros háganlo para decirnos algo que nos haga reír, nos haga pensar, y hasta incluso nos genere ilusiones, por que al final del día somos humanos y seguimos sin aprender que probablemente ése que se comunica con nosotros puede resultar ser un buen gobernante y no sólo un mal vecino de patio que no deja de gritar, ni de descalificar al que tiene enfrente