LA BANQUETERA
Tres movimientos sociales en contra de disposiciones de la administración municipal de Marcos Aguilar en las últimas semanas han dejado marca profunda en apenas medio año de gestión.
Primero el círculo cultural protestó contra el anuncio del alcalde de pretender vender los espacios culturales de la capital. La intención feneció casi de inmediato, cuando el mismo edil rectificó su intención, aparentemente sin mayor daño colateral.
Pero todavía no retomaba el aliento, cuando surge el paro administrativo de policía de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, donde además de quejas por el trato laboral, se exigía la destitución del general y titular de la dependencia, Rolando Eugenio Hidalgo Eddy.
Aunque esta ultima petición no fue concedida, el desgaste del gobierno municipal fue tal, que el mismo alcalde intervino en las negociaciones para regresar la cama a la Secretaría y continuar con las mesas de trabajo, en busca de una satisfacción plena.
Por cierto, este proceso entre autoridad y policía inconformes apenas reiniciaría esta semana, pero lo hará en medio de una nueva protesta, ésta surgida cuando se anunciaba a la empresa ganadora de la concesión de recolección de basura.
Al menos 400 trabajadores entre operadores y recolectores de basura de la capital se negaron a salir a trabajar la madrugada del domingo, en protesta de lo que llamaron “un proceso de privatización que pretende quitarles su empleo”.
Un movimiento más al interior del Gobierno de Marcos Aguilar que le tendrá que entrar el alcalde en persona para sofocar el boicot de un servicio público que ya a partir de este lunes, si no se soluciona, podría entrar en crisis no sólo política sino hasta de salud pública.
Marcos se enfrenta a un primer semestre agitado y de pronóstico reservado, con golpeteos bajos e impopularidad en decisiones históricas, lo que me recuerda mucho a lo que de unos años para acá, desde la aprobación de las reformas estructurales, enfrenta Enrique Peña Nieto.
EL CHACALEO
Que a la diputada Verónica Hernández Flores, panista y del distrito VIII de Amealco, le disgusta mucho dar entrevistas en eventos públicos. A muchos diputados les acomoda siempre atender a los jóvenes reporteros al principio o final de eventos para hablar de temas varios, pero a esta legisladora parece que eso le enfurece. ¿Será porque no tiene mucho qué decir, derivado de su poca participación en iniciativas de ley y porque de plano es la diputada con más baja productividad legislativa? Si es así, tiene razón, mejor que no hable, lo más seguro es que diga sólo dislates.