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Por: Eduardo Ruíz Healy
En un artículo que se publicó en el diario The New York Times el 20 de junio de 2016, el profesor de Políticas Públicas y Ciencias Políticas en la Universidad de Rutgers y expresidente de la Asociación Estadounidense para la Investigación de la Opinión Pública, Cliff Zukin, afirmó que hay dos tendencias que están haciendo que las encuestas sean cada vez menos confiables: el aumento en el uso de celulares y la poca voluntad de la gente a responderle a los encuestadores: “Estos dos factores han hecho que las investigaciones de calidad sean mucho más costosas y que por ello se realicen menos de éstas. Esto ha abierto la puerta a técnicas que científicamente estén menos fundamentadas y probadas.
Para empeorar las cosas sigue el eterno problema de las encuestas: como identificar a los posibles votantes”.
El especialista explicó ampliamente estas dos tendencias y concluyó que “no hay una solución para las encuestas electorales”. Afirmó que “el viejo paradigma se ha roto y no hemos descubierto la manera de reemplazarlo. El resultado es que las encuestas políticas se han hecho menos precisas… Vamos a tener que pasar por un periodo de experimentación para ver qué funciona y cómo atinarle mejor a un blanco en movimiento”.
Zukin escribió su artículo para tratar de explicar por qué tantas encuestas electorales realizadas en diferentes países no reflejaron la realidad de la situación que pretendían medir y describir.
Entre otras, mencionó las encuestas de 2014 que no captaron la fuerza de los candidatos del Partido Republicano que acabaron controlando ambas cámaras del Congreso estadounidense; las de 2015 que subestimaron la fuerza del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y pronosticaron que perdería su cargo, y las de 2015 que no midieron correctamente la fuerza de los conservadores en las elecciones británicas.
A las encuestas citadas por Zukin podríamos añadir las de 2012 que, salvo dos, se equivocaron rotundamente al predecir los resultados de la elección presidencial de México. También las de 2016 que pronosticaron que Donald Trump no ganaría la Presidencia de Estados Unidos, las que sobreestimaron la fuerza del PRI en las elecciones de varias gubernaturas, las que aseguraron que una ligera mayoría de los votantes británicos votaría en contra del Brexit, las que en España anunciaron que Podemos ganaría más votos que el PSOE, o las que aseguraron que la mayoría de los colombianos votaría a favor del acuerdo de paz logrado entre su gobierno y los guerrilleros de las FARC.
En México, las encuestadoras, los medios de comunicación que difunden sus encuestas y los partidos políticos favorecidos por sus resultados siguen actuando como si dichas encuestas reflejaran la realidad. Están seguros de que la mayoría de los mexicanos ya olvidamos que fallaron estrepitosamente en 2012, 2015 y 2016.
Mucho me temo que, salvo una o dos, en 2018 de nuevo fallarán las encuestas al pronosticar los resultados de las elecciones del 1 de julio.
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Eduardo J Ruiz Healy