Por: Héctor Parra Rodríguez
Andrés Manuel López Obrador, Presidente de la República, se esfuerza para que la economía mexicana vaya en franco y peligroso declive, poniendo en operación políticas populistas de “obsequios”, hundiendo al sector productivo derivado de las tradicionales envidias de la izquierda con el capital. Intimida a los dueños del capital, los inversionistas y estos dejan de participar a consecuencia de la errática política económica del Presidente. Para aderezar el pastel, el titular de la nueva dependencia que se encarga de vender lo “robado”, para darlo al pueblo, va sobre la subasta de la casa del chino-mexicano Zen Lee Ye Gon, la cual fuera calificada de bastante “Fifí”, por el mismo funcionario que la subastará. Intencional y malévolamente ahondan y profundizan la división entre las clases sociales. Luego de la ofensa, López Obrador pide a los empresarios, calificados de “Fifís”, participen en la subasta cuyo precio de salida será de 150 millones de pesos, para darlos a los pobres deportistas que fueron olvidados y ahora pretende resarcir los daños a virtud de los triunfos que han obtenido en las competencias en Sudamérica ¿Cómo pretende el gobierno lopista infundir confianza a la clase empresarial? Primero los ofende, luego les pide participar en la subasta, que sean solidarios y compren el inmueble. Para colmo, el dueño del inmueble retenido desde el sexenio de Felipe Calderón (el neoliberal que dejó dinero al gobierno de izquierda) se ampara para que el inmueble no sea subastado. El boquiflojo del Presidente, una vez más, para infundir confianza a los inversionistas, afirma que, cualquier objeto confiscado, si la autoridad judicial determina la inviabilidad de la venta, se devolverá lo pagado ¿Con semejante inseguridad quiere que participen los empresarios y metan 150 millones al azar? Alto grado de inseguridad jurídica en la inversión es inadmisible. Lo cierto que al gobierno de la 4T le urge dinero para la fiesta del dispendio. Así no se puede avanzar.
Sin embargo, el Presidente insiste, sin presentar datos duros, que la economía va bien. La realidad lo desnuda y exhibe sus pobrezas. A finales de julio pasado Andrés Manuel convocó a los banqueros a Palacio Nacional, los exhortó a invertir en México, que “apliquen” dinero vía créditos a la población mexicana que desee invertir. Solidarios con la errática política presidencial, los empresarios de la especulación anunciaron que ponían a disposición crediticia 500 mil millones de pesos; hasta ahora el dinero continúa en los Bancos, los mexicanos no se “embarcan” en créditos sin capacidad de pago. Para no quedar mal, Andrés Manuel López Obrador, anunció que “invertiría” 120 mil millones de pesos del presupuesto, en este segundo semestre del 2019, para invertirlos en infraestructura, principalmente en el área de la construcción. Vaya, más de 600 mil millones de pesos en un semestre levantan a los “muertos”. A más de un mes de las promesas nada ha pasado y la economía continúan estacionada, no se mueve. Todo parecía que el acuerdo con los empresarios del dinero calentaría la economía, más de 600 mil millones ayudarían a incrementar el ridículo, problemático y bajísimo 0.1% de crecimiento del PIB del primer semestre de este año de gobierno amloista. La silenciosa depresión se acentúa, la economía no crece, baja la recaudación de los impuestos ¿Y los 130 mil millones de ahorro a dónde irán a parar? Demasiado dinero en manos del Presidente para el derroche, peor que en tiempos de López Portillo.
Lo que no dijo, lo calló intencionalmente, no anunció en ese entonces el Presidente López Obrador, que los 120 mil millones de pesos, saldrían de los ahorros que le dejaron los gobiernos neoliberales que tanto odia y critica, sí los de Enrique Peña Nieto, Calderón y Fox; estos gobiernos le dejaron 290 mil millones de pesos (frescos) al gobierno de izquierda, dinero que forma parte del patrimonio del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios. Ese dinero ahora será aprovechado irresponsablemente por el gobierno amloista. Causante de la causa causada de la emergencia económica que hoy vive el gobierno de la 4T, culpable de que: la economía no crezca. Por el contrario, las erráticas y abusivas políticas económicas del gobierno provocan la depresión, no hay inversión pública suficiente, por supuesto tampoco privada, escasísima generación de empleos, los precios del petróleo se contraen, la producción del crudo decrecen, los ingresos fiscales a la baja; para colmo, por problemas externos, el peso se deprecia frente al dólar. Sin embargo, el negativo y soberbio Presidente López Obrador, decía, insistía que todo era falso, inventos de sus “enemigos”, que su gobierno iba “requete bien”. Insiste en que él tiene otros datos; claro, datos que en la práctica resultan falsos, alejados de la verdad histórica. La absoluta e innegable realidad, el gobierno de la 4T, ha resultado un fracaso, todo un desastre económico y financiero, nos augura malos presagios debido a la pésima administración económica y financiera, como lo advirtiera el Dr. Carlos Urzúa, cuando literalmente tiró su renuncia a la Secretaría de Hacienda, causa de los desastres en manos de inexpertos, dijo Urzúa.
Los empresarios continúan recelosos por la insegura y vacilante política económica del gobierno federal, no se atreven a invertir; les asiste la razón, los contratos con el gobierno son inseguros, rescindidos a placer del gobernante con un simple: “son corruptos” y sin causa legal les niegan efectos jurídicos. Luego vienen las asignaciones directas a los empresarios de la familia de la 4T. Así las cosas, el dinero ofertado por los banqueros no es solicitado vía créditos, los intereses que generan los empréstitos no resultan atractivos; por el contrario, son leoninos. La realidad duele, literalmente México se deprime, se atasca en las falacias de crecimiento sin sustento a que alude constantemente el Presidente de la República.
Y el gobierno de la 4T privilegia la política social del “obsequio” del dinero público para ganarse los aplausos y preferencias en las encuestas, se sigue negando a generar políticas de inversión seguras para generar riqueza, blindar y brindar confianza a los empresarios para que coadyuven con el gobierno, muestren empeño y sean protegidos jurídicamente de las veleidades del gobierno actual. “Primero los pobres”, lema izquierdista de “protección social a los desposeídos” de López Obrador, éste no cambia y hunde al país. Por si lo anterior no fuese suficiente, el derroche del recurso público es nefasto y evidente. Regala dinero que no se tiene para los mexicanos a 3 gobiernos centroamericanos: 32 millones de dólares a cada uno ¿De dónde obtiene el recurso para estos programas sociales el gobierno de la 4T? De los impuestos, derechos, productos, aprovechamientos y más, derivados la Ley del Presupuesto de Ingresos, después considerado en el Decreto de Egresos, que hoy queda patente, es y será insuficiente para el derroche, como en los no tan viejos tiempos de gobiernos populistas del PRI, curiosamente a los que perteneció el hoy Presidente de la República. Lastimosamente así lo prevé Herrera, Secretario de Hacienda, el desorden en las finanzas es evidente; por eso, el irresponsable gobierno de Andrés Manuel, “echarán mano negra” de los enormes horros que le dejaran los gobiernos neoliberales y que irremediablemente dilapidará ¿Y los 130 mil millones ahorrados de la austeridad? La irresponsabilidad en el gasto es evidente, es manifiesta. Los caprichos presidenciales empezaron con la demostración de “fuerza política del Presidente” al declarar el desastre económico cancelando la magna obra del aeropuerto de Texcoco; luego hubo que pagar deudas e indemnizaciones a los inversionistas; crear deuda pública innecesariamente; callando su culpabilidad, de paso empobreció a millones de aforistas (Afores) que perdieron en la frustrada inversión que presumía buenos dividendos para el retiro de los trabajadores a un futuro mediato, gran parte de sus ahorros se esfumaron ante la cancelación de la obra, precisamente al suprimir los trabajos del aeropuerto, los aforistas perdieron gran parte de sus ahorros a consecuencia de la pésima decisión presidencial; pero, muchos ignorantes de los hechos culpan de la pérdida al gobierno de Peña Nieto y no al gobierno de López Obrador. Más de 500 mil nuevos empleos directos e indirectos se perdieron de un plumazo, por la decisión presidencial, la cual aplaudieron y festejaron algunos resentidos sociales.
Luego entonces, no resultaron las cuentas alegres que con insistencia y perseverancia anuncia de forma reiterada el Presidente y si algo sale mal, echa culpa a sus adversarios, calificados como periodistas, empresarios y neoliberales. La truculenta política del “yo no fui”, es culpa de los neoliberales, ellos son los responsables, sus enemigos. Mentiras y más mentiras. Es evidente que todos los mexicanos perderemos parte de esos ahorros generados en los gobiernos neoliberales, debido a una mala administración del gobierno de la 4T. Por lo pronto, echará mano de 120 mil millones de pesos, se irán a fondo perdido, destinados a políticas populistas de ayuda social. Mal intencionado, parece ser costumbre arraigada del Presidente. Por algo Andrés Manuel López Obrador, nunca mencionó el monto de los ahorros que recibió su gobierno del Fondo de Estabilización. Antes lo anunciaban constantemente cuando crecía o decrecía el ahorro, desde la llegada de López Obrador, se dejó de hablar de ese ahorro. No reconoce ni reconocerá nada bueno de sus antecesores; sin embargo, es evidente que le dejaron un gobierno en relativo orden, un país en crecimiento, con una inversión importante que generaba empleos y crecimiento del PIB superior al prometido por López Obrador; eso, por lo pronto se acabó. Y la inseguridad pública galopando en caballo de hacienda, nada que la detenga, hasta ahora solo promesas incumplidas. No habrá el crecimiento económico como se ofreció, ni del 2% anual; mucho menos del 4% como lo ha festejado y anunciado López Obrador. No concuerda en nada. Lo que ofrece López Obrador, con la realidad de los hechos, son muy distintos. Vamos de mal en peor. Seguramente él tendrá otros datos y todo lo que sucede es producto de la imaginación, son falacias de sus detractores. Y a todo esto ¿Qué hará con los otros 130 mil millones de pesos de los ahorros del programa de austeridad?