Sin lugar a dudas los integrantes del Consejo General del Instituto Nacional Electoral asumirán momentáneamente una de las tareas más importantes de la democracia mexicana ya que este domingo serán responsables de que los mexicanos todos manifestemos nuestra decisión soberana de elegir Presidente de la República. También habrá elecciones alternas para definir la composición de las cámaras de Diputados y de Senadores, uno de los tres poderes del sistema gubernativo que los mexicanos hemos construido.
Desde luego que organizar una elección de la envergadura de la que tendremos este domingo no es una tarea fácil, como tampoco lo es el acto de gobierno en cada uno de sus tres órdenes, pero la ventaja es que los hombres y mujeres que integran a las instituciones encargadas de las tareas propias del Estado mexicano fueron preparados para cumplir cabalmente con sus obligaciones profesionales y entregar buenas cuentas a los mexicanos, que somos quienes decidiremos finalmente el destino de la nación.
La emisión del voto es un derecho que adquirimos cuando decidimos configurar una nación libre e independiente, y hemos avanzado hasta consolidar un sistema electivo donde somos los propios ciudadanos quienes participamos tanto en la emisión del voto como en el desarrollo del proceso democrático que nos permite elegir gobernantes y representantes populares en cada uno de los órdenes de gobierno. Esa es la principal premisa, que el pueblo sea el que organice y vigile el desarrollo de la elección de los hombres y mujeres que conducirán nuestro destino.
El sufragio es un derecho político establecido en la Constitución mexicana, y presenta dos peculiaridades, la activa, donde se determina quienes tienen el derecho al voto, y la pasiva que se refiere a quienes tienen la capacidad para ser votados y, por consecuencia, elegidos. Así, México entra en el rango de las naciones democráticas que han sabido construir su propia legitimidad política a través de un gobierno surgido de un proceso democrático que se deriva del sufragio popular.
México es una de las naciones donde el derecho al voto o la garantía de votar surge desde el nacimiento, y no se discrimina a nadie porque todos somos iguales ante la ley, aunque en la práctica cotidiana las desigualdades sociales son – lamentablemente– brutalmente ofensivas porque no hay puntos medios, ya que la clase media casi desaparece desde hace mucho tiempo. Ahora la condición social es diferenciada simplemente entre ricos y pobres, y esa clase media a la que me refería ha entrado definitivamente en la banda de los menesterosos.
Pero ante las leyes electorales todos valemos lo mismo, y el derecho al voto está garantizado para todos los mexicanos mayores de edad, y es un derecho que adquirimos con el nacimiento mismo, sin discriminación de etnia, clase social o género. Votar es una de las decisiones más importantes y relevantes que puede tener un ciudadano, y nosotros lo ejerceremos a cabalidad este día. Vota por quien quieras, por el que más te guste o el que mejor llene tus aspiraciones. Vota, no te abstengas, súmate a quienes decidiremos el destino de este país. Al tiempo.