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No sé si usted haya meditado acerca de la singular condición personal de quienes en este país hacen política. Sin temor a equivocarme creo que todos los hemos comparado con cualquier respetable miembro de la fauna nociva que habita en todos los rincones del país, o con los peores ejemplares de otras latitudes que de pronto nos sorprenden por sus decisiones unilaterales que van en detrimento del género humano.
Lo cierto es que si de algo carece nuestra clase política, es de clase, porque asumen actitudes que nos orillan a dudar si alguna vez pasaron por una escuela, o a pensar en qué lugar aprendieron esos principios con que cometen sus excesos en el uso del poder y del dinero que aportamos para el sostenimiento del aparato burocrático y los programas de desarrollo para los habitantes de este país.
El representante en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Jan Jarab, pidió al Senado de la República la creación de una Fiscalía General de la República independiente y autónoma, en este mismo periodo de sesiones, y que además tenga un consejo asesor para abatir los niveles de impunidad. ¿Pasará algo? No, pero al menos mostraremos públicamente lo sinvergüenzas que son.
Durante el desarrollo del seminario internacional Los Ministerios Públicos y el Combate a la Impunidad en América Latina en el Senado de la República, el representante de Naciones Unidas señaló a los senadores que los resultados del último diagnóstico señalan que el sistema de procuración de justicia en México está en crisis, y que los mexicanos no tenemos confianza en las instituciones, y menos en senadores, diputados o funcionarios de la procuración de justicia de México.
Para decirlo claro y sin rodeos, somos el peor país de América Latina no tan sólo en la procuración de la justicia, también en impunidad y corrupción, pero sobre todo en “malandronería” e ineficiencia de nuestros servidores públicos. Ni qué decir de la clase política encumbrada y su tremenda vocación por apropiarse de lo que es propiedad de todos nosotros. Para decirlo de otra forma, han intentado acabarse al país, pero México ha sido más grande que las ambiciones de todos juntos.
Para colmo de males el señor Jan Jarab les recordó que el propio Alto Comisionado, Zeid Ra’ad Al Hussein, hizo diversas recomendaciones a nuestros respetables senadores para abatir la impunidad cuando vino a México, pero nunca hicieron caso de ello. ¿Y sabe usted por qué? Pues simplemente porque no se les pega la gana que los funcionarios dejen de robar porque seguramente algo les ha de tocar.
Ese es el único razonamiento que los mexicanos podemos hacer ante tanto cinismo. Pobre México con esta clase política tan corrupta. Como mexicano me da vergüenza que un funcionario internacional venga a decirnos en nuestra cara que los políticos que tenemos son unos sinvergüenzas. ¿A usted no le da pena? A mí francamente se me cae la cara de vergüenza. Al tiempo