La falta de experiencia del dirigente nacional panista, Ricardo Anaya, lo está llevando a cometer errores estratégicos graves: los efectos electorales de la crisis en el PAN no están dentro del partido con los rebeldes, sino en la sociedad que tiene el poder de su voto útil.
En 2000 y 2006 el PAN tenía en números redondos como 800 mil militantes, pero Vicente Fox y Felipe Calderón lograron sumar más de 15 millones de votantes para ganar la Presidencia, buena parte de ellos, paradójicamente, de la izquierda que abandonó a Cuauhtémoc Cárdenas, a López Obrador y al PRD. En 2012 el voto útil regresó al PRI.
En las elecciones de 2018, el problema del PAN será mayúsculo: de acuerdo con cifras oficiales registradas en el Instituto Nacional Electoral, el PAN ha acreditado 482 mil militantes, pero en cálculos aproximados necesitaría para ganar –en solitario, sin el PRD– más de 17 millones de votos de ciudadanos no militantes.
Y es ahí, en los votantes útiles, donde Anaya ha ido perdiendo seriedad y simpatías por sus comportamientos autoritarios, mañosos, muy priistas y hasta misóginos. Lo de menos es que una parte de panistas calderonistas se salgan del PAN; la clave de la victoria electoral –para el PAN y los demás partidos– no se localiza en votos de militantes, sino los que emitan los no-militantes.
Anaya logró venderle al PRD la idea de que ningún perredista o candidato de ese partido podría ganar la presidencia y el Frente Ciudadano por México salió a la medida de las ambiciones de Anaya. De acuerdo con cifras en el INE, el PRD ha acreditado la existencia de 2 millones 600 mil militantes, descontando los 500 mil que se fueron a Morena con López Obrador.
Para ofrecer la posibilidad de la victoria presidencial en el Frente opositor, el PAN está obligado a mantener el voto no panista, pero se trata de un voto que busca seriedad, credibilidad y sobre todo perfiles diferentes a los priistas.
Los primeros indicios celebrados por Anaya mostraron que la salida de Margarita Zavala del PAN no desfondó al partido porque no registraron salida masiva de militantes; sin embargo, la posibilidad electoral de que Margarita Zavala como candidata independiente no está en panistas que abandonen el partido, sino en que ella bien puede capitalizar el voto útil no panista que no vaya a sufragar ni por el PRI ni por Morena ni por Anaya como candidato PANREDE.
La disputa electoral presidencial estará en la sociedad que no milita en partidos: los 10 millones de militantes de nueve partidos políticos serian 11.5 por ciento del padrón electoral total; y en un ejercicio matemático, los militantes partidistas registrados serían apenas casi 20 por ciento de una media electoral de 60 por ciento de asistencia a las urnas en 2018. La victoria electoral la dará el voto útil no partidista.
Lo que hasta ahora no se ha indagado es el comportamiento del votante no militante de partidos. La estructura política ha mutado de los partidos de militantes a partidos de voto útil, sobre todo cuando se vio en 2012 que ese voto útil abandonó al PAN y regresó a votar por el PRI.
De ahí que la batalla por el voto sea en la sociedad, no en la militancia de los partidos. Zavala lo sabe y Anaya no.
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