A veces los simbolismos cuentan… y cuentan mucho: el Porfirio Muñoz Ledo que alabó a Díaz Ordaz por Tlatelolco y que fue presidente del PRI del último presidente populista, José López Portillo, hoy es el expriista que preside la Cámara de Diputados y le pondrá la banda presidencial al expriista Andrés Manuel López Obrador y que representa a Morena y su origen político desde el PRI-PRD.
Y detrás de los simbolismos se encuentran las decisiones de poder: López Obrador está convirtiendo a Morena en el partido del Estado por los delegados morenistas como superdelegados estatales del gobierno de la república, ha potenciado el presidencialismo como el eje del ejercicio absolutista de la política y el corredor presidente-partido será el sistema político que antes giraba en torno al presidente de la república con mayoría priista y al PRI.
Y para restaurar el modelo de sistema/ régimen/Estado priista ahora bajo el dominio de Morena, López Obrador también ha contado, como en los tiempos del PRI 1929-1976, con el aval-apoyo de la sociedad: los 30 millones de votos (53%) de sufragios le dieron a López Obrador y a Morena la autorización para restaurar el viejo modelo de poder del PRI.
Lo más significativo de todo este análisis radica en que los jóvenes de 18 a 29 años fueron los que le dieron la victoria a López Obrador y a Morena: la mitad juvenil del padrón habría sumado 15 millones de votantes que se habrían sumado al promedio de 15millones de seguidores de López Obrador en las elecciones de 2006 y de 2012 para sumar los 30 millones del pasado 1 de julio.
Los jóvenes nacidos entre 1989 y 1999 crecieron en el escenario de la crisis ideológica del viejo PRI. La toma del control del PRI, del gobierno y del Estado por los neoliberales comenzó en 1982 y se consolidó en 1988 con la captura del poder por los tecnócratas de Carlos Salinas de Gortari –gracias a Manuel Bartlett– que consolidaron el modelo neoliberal de crecimiento económico sin distribución de la riqueza. Con el neoliberalismo salinista comenzaron los años de PIB de 2 por ciento promedio de anual, de inflación que llegó a 150 puntos porcentuales en 1985 con Salinas como secretario de Programación y Presupuesto y del PRI como partido del neoliberalismo salinista vigente.
Por estas razones y en la lógica de la restauración del PRI populista 1934- 1982 López Obrador se ha rodeado de estrategas de ese viejo PRI; Bartlett, Muñoz Ledo, Ignacio Ovalle, Ricardo Monreal, Esteban Moctezuma, Julio SchererScherer Ibarra, los panistas con mentalidad priista como Germán Martínez Cázares o Manuel Espino Barrientos y los perredistas que llegaron al neopopulismo provenientes de la Corriente Democrática del PRI.
¿Cómo entender que el proceso de democratización del país desde 1968 haya derivado en la restauración con voto social del modelo PRI de presidentepartido-populismo? Como escribió alguna vez Luis Javier Garrido: “todos somos priistas hasta demostrar lo contrario”.
El PRI, como lo demuestra el voto por Morena, no es un partido o una clase dirigente, sino una mentalidad social.
Los 30 millones de votos de López Obrador y la mayoría absoluta de Morena demuestran el modelo de la servidumbre voluntaria de Etienne de la Boetie (1549) como tercer tipo de contrato social: el democrático de Rousseau, el autoritario de Hobbes y ahora el de la dominación/ sumisión a un líder-partido tipo PRI y ahora Morena.
El encumbramiento de López Obrador-Morena-populismo demuestra que los mexicanos siguen siendo priistas: ciudadanos en busca de líderes sociales.
Política para dummies: La política es el mandato de la inconsciencia.