El PAN puede entrar en una crisis dentro de pocos días cuando en el Senado se vote el nombramiento del primer fiscal general de la República y algunos senadores panistas ignoren las instrucciones que les han sido dadas por la dirigencia de su partido.
Recordemos que el presidente nacional del PAN, Ricardo Anaya, sostiene que quien sea electo para este cargo no debe haber militado antes en algún partido político y por ello se opone terminantemente a que ese fiscal sea el actual procurador general de la República, Raúl Cervantes Anaya, quien actualmente es senador por el PRI con licencia y antes fue dos veces diputado federal por este partido, delegado a sus asambleas nacionales, consejero político nacional, coordinador de Asuntos Jurídicos y secretario general adjunto del Comité Ejecutivo Nacional priista.
Anaya ha dicho que Cervantes, como fiscal general durante los próximos nueve años, defenderá a sus compañeros priistas, incluidos aquellos quienes durante este sexenio han dado muestras de ser deshonestos. Dice el dirigente panista que “aún más importante que el nombramiento del fiscal anticorrupción es el del fiscal general de la República, ya que éste último tendrá la facultad de nombrar no sólo al fiscal anticorrupción, sino también al fiscal especial para la Atención de Delitos Electorales”.
El problema que enfrenta Anaya es que aparentemente hay varios senadores de su partido dispuestos a votar en favor de la designación de Cervantes, desobedeciendo así las instrucciones de no hacerlo. Esto lo dio a conocer hace un par de días Javier Lozano, senador panista con licencia que aparentemente se reintegrará en cuestión de horas al Senado, quien aseguró que hay por lo menos 12 de ellos que probablemente no acatarán las órdenes de la cúpula de su partido.
La bancada panista en el Senado consta de 38 legisladores y la imagen y autoridad de Anaya quedará muy raspada si 12 de ellos, casi la tercera parte, deciden ignorar sus instrucciones y votan en favor de que Cervantes asuma la titularidad de la fiscalía general de la República, la cual, por lo menos de acuerdo con la ley que la creó, será autónoma de los demás poderes de la Unión.
El diferendo entre el presidente del PAN y un grupo de senadores de su partido es una batalla más de la guerra que lo enfrenta contra el presidente Felipe Calderón, quien aparentemente no quedó satisfecho con los seis años que tuvo para empezar a transformar al país y ahora pretende tener seis en caso de que su esposa Margarita llegue a ser la sucesora de Enrique Peña Nieto.
Dentro de algunos días veremos quién gana la batalla de la guerra que no culminará ni con la designación del próximo candidato del PAN a la Presidencia de la República.
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