Por: Antonio Navalon
Y así día a día como la caída de las hojas en otoño, como el cambio de las estaciones del año frente a lo previsible de las reacciones políticas, Agustín Carstens y su gran humanidad en todos los sentidos, se encamina hacia la despedida de las funciones que ha cumplido en nuestra República, desde la primera hasta la última como gobernador del Banco de México, para irse a vivir a la tranquila Suiza y formar parte de un elenco de grandes funcionarios internacionales que tienen la encomienda de garantizar el orden mundial.
Adiós Carstens y bienvenida la incógnita.
Aunque en este momento la medida más lógica, si es que hubiera prudencia, sería dejar que el líder popular José Antonio Meade salte de la Secretaría de Hacienda al Banco de México, en medio de la borrachera en la que aparentemente ya está todo listo olvidando que hay un gran elector cada vez con menos posibilidades, pero un gran elector al fin, llamado Enrique Peña Nieto.
Al que entre otras cosas le divierte mucho tener hasta el último una reacción a la hora de elegir a quién coloca, sobre todo si es su sucesor, designando a alguien que nadie esperaba.
Pero si Meade se va a la campaña, entonces ¿quién se irá al Banco de México? Ese es un cuestionamiento fundamental que hay que dilucidar, pero además el hecho de que el ahora secretario de Hacienda se vaya a la campaña significaría un movimiento en el tablero de primer orden. Porque siendo así, ¿qué va a pasar con Pemex? ¿Qué va a pasar con el IMSS? ¿Qué va a pasar con el resto de las instituciones?
¿Si no va José Antonio Meade a Banxico quién puede ir? Porque en este momento da la impresión de que lo más seguro es que termine ocupando ese lugar un técnico de eficiencia comprobada y perteneciente a esa agrupación que como los tres mosqueteros, “¡todos para uno y uno para todos!”, conforman Meade y algunos altos dirigentes de la tecnoestructura del Estado mexicano.
Mientras tanto, por otra parte, llevamos mucho tiempo escuchando sólo sus temas y sus competencias en Relaciones Exteriores y su amor imposible con Jared Kushner, sin conocer realmente qué es lo que piensa o cómo está moviendo los hilosLuis Videgaray, algo que al final del día es una jugada clave en todo este desplazamiento de cargos.
Pero eso sí, sea o no Meade el candidato va a tener un peso que rebasará a 2018 y seguramente enlazará con el 2024, porque de esa magnitud es la jugada que empieza el día que Agustín Carstens cierre la puerta, y espero que apague la luz, del Banco de México.
@antonio_navalon