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La participación del comisionado especial de López Obrador en la renegociación del Tratado de Libre Comercio con los EU, Jesús Seade, fue la confirmación de que no habrá nuevo proyecto de nación, sino que el próximo sexenio continuará el mismo modelo económico neoliberal de De la Madrid, Salinas Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto.
La decisión de López Obrador por adelantar su toma del poder desde que las primeras encuestas le dieron el 50 por ciento de los votos, lo dejó atrapado en la red de tiempos políticos bilaterales: Donald Trump quería liquidar el tratado y Peña Nieto buscó mantenerlo, y al final lo ocurrido no fue una renegociación, sino la anulación del TLC firmado en 1993 y el diseño de un nuevo acuerdo, aunque al final contenido, sentido y reparto de intereses haya sido el mismo.
Lo más importante del acuerdo fue la participación de Seade en la conferencia de prensa de antier lunes 27: en el colmo de su entusiasmo y luego de felicitar a los negociadores del gobierno priistapeñista Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo, Seade habló de su orgullo por estar en esos equipos y se refirió a ambos como “mi secretario” y “mi canciller”.
Sólo le faltó estallar su patriotismo al estilo Salinas de Gortari y ponerse de pie para entonar el Himno Nacional.
Pero al margen de esos detalles políticos, lo que quedó en el fondo fue una certeza: la continuidad del mismo tratado-acuerdo se hizo en función de los intereses de la Casa Blanca, y en el largo plazo garantizaron la continuación del modelo neoliberal de desarrollo diseñado y aplicado por Salinas de Gortari y mantenido hasta la fecha.
La intervención de López Obrador como observador activo, y ahora garante de los compromisos, debió tener un complemento: la definición previa –que no hubo– de nuevos modelos de desarrollo industrial, de organización de la agroindustria, de rescate a los campesinos y de mecanismos para la distribución de la riqueza entre los marginados.
López Obrador, hasta ahora, nunca ha tenido una declaración crítica al tratado en sus tres deficiencias: desindustrialización y neomaquilización, propuestas para llevar el promedio TLC del Producto Interno Bruto de 2.2 por ciento desde 1993 a cinco por ciento y fórmulas para impedir la concentración de la riqueza en las pocas manos de siempre.
El TLC tiene, entre muchas deficiencias, cuatro en las que ha insistido el investigador Arnulfo R. Gómez: caída de la participación de productos nacionales en la importación de 59 por ciento en 1993 a 38 por ciento en 2017, exportación real nacional de 154 mil millones de dólares del total de casi 400 mil porque la diferencia es de productos extranjeros, desplome del nivel de competitividad del lugar 34 en 2011 al sitio 51 en 2017 y derrumbe de México en el índice mundial de corrupción del sitio 65 en 2005 al 123 en 2016.
Los datos anteriores debieron haber sido fijados como metas a corregir por López Obrador en cuanto a una redefinición de metas, y objetivos sobre el desarrollo antes de avalar la renegociación del TLC; pero al aplaudir los resultados de Videgaray y Guajardo también confirmó el modelo neoliberal de desarrollo que subyace en el acuerdo con Trump.
El delegado lopezobradorista Seade pudo evitar el bochorno de alabar a los funcionarios de Peña Nieto, a menos de que ese haya sido en el sentido político de su participación como rémora en la comisión negociadora: refrendar en EU que seguirá el modelo neoliberal salinista otros seis años más.
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