El 5 de febrero se conmemoró el 101 el aniversario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y como cada año, el presidente estuvo presente en el Teatro de la República con diversos funcionarios y políticos invitados para una ceremonia que la mayoría de los presentes y la población desconoce su contenido, valor histórico e inmensa utilidad frente a tanto abuso de autoridad, corrupción e impunidad.
El día de la Constitución es considerado como un día festivo e inhábil nacionalmente, las clases de colegios y universidades se suspenden, literalmente se paraliza el País, las personas saben de la fecha, pero reitero, ignoran la relevancia de que esa Norma Fundamental es producto de décadas de lucha armada, traiciones, muertes, pero aún con las graves e innecesarias modificaciones que le han hecho presidentes y legisladores a lo largo de los años, nos permite tener una mediana convivencia civilizada.
La Constitución es la norma con mayor jerarquía en la conformación legal de cualquier Estado, en ella se reconocen, protegen y garantizan los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, se establece la división de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, los organismos autónomos, la forma de gobierno y facultades principales, lamentablemente en la actualidad mexicana es un instrumento para que el partido político que “gane” las elecciones a través del “Dios Sexenal” lo utilice a su antojo para poder administrar la riqueza del País.
Ha tenido 706 reformas desde su entrada en vigor, de los 21 presidentes, 19 la han modificado, pero sobresale el actual con 154 en 5 años, lo cual es una proyección de inestabilidad política e ingobernabilidad, ya que el artículo más afectado de los 136 que tiene, es el 73 en donde se establecen las facultades del Congreso de la Unión, siendo el primer artículo reformado por Álvaro Obregón (1920-1924) y el último por Enrique Peña Nieto (2012-2018).
Lo citado es muy grave, porque cuando el presidente presenta una iniciativa de reforma a las facultades del Poder Legislativo (diputados y senadores) y éstos últimos la aprueban, es muestra inequívoca de ignorancia y subordinación al Poder Ejecutivo sin importar que sean de partidos políticos distintos, en una simulada oposición servil, lo que constituye un desafío a la democracia, a la inexistente división de poderes, así como a los intereses de todos las y los mexicanos que solamente con educación y participación la ciudadanía organizada podemos cambiar para no celebrar otro un triste cumpleaños.