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Por: Carlos Ramírez H
El gran efecto interno de la política anti-México del presidente Donald Trump ha golpeado a los estadounidenses. La otrora meca de las compras de mexicanos en EU –el mall Galleria de Houston– luce desolada, sin compradores, igual que los comercios de las ciudades fronterizas que antes hervían de mexicanos.
Del lado de los mexicanos que residen y trabajan en EU, hay miedo, a pesar de que muchos de ellos tienen el estatus legal; del lado de los dueños de comercios, hay irritación contra Trump porque las ventas han caído a veces a ceros y vienen temporadas peores. Casi todos los vendedores se quejan del muro, pero sobre todo del ambiente, a pesar de que en la zona de la Galleria, ni dentro ni fuera, no se nota la presencia de la migra persiguiendo indocumentados.
La presencia policiaca dentro del mall se debe a otro efecto de la estrategia Trump: el aumento de delincuencia, robos y tensiones violentas. Después de cerrar las tiendas los empleados de los grandes almacenes tienen que salir en grupo y afuera hay vigilancia policiaca especial, porque se han multiplicado los asaltos. Dentro de los almacenes pululan policías armados y muchas tiendas tienen guardias de seguridad privada.
La diplomacia mexicana nada puede hacer, pero lo peor es que nada quiere intentar hacer. La conversación del presidente Trump con el presidente Peña Nieto contiene datos que han escurrido el análisis: el Gobierno mexicano, aún con las resistencias elementales de la diplomacia, carece de una estrategia de comprensión del fenómeno Trump y por tanto se ha sometido a los ritmos y contenidos de las imprudencias de Trump. La estrategia diplomática teceliana de Salinas de Gortari ha determinado la relación bilateral y se resume a aceptar lo poco que la Casa Blanca le dé a México, pero sin una redefinición de las políticas, las estrategias y las coyunturas.
En la renegociación del tratado comercial Trump tiene claro que su objetivo será disminuir el déficit comercial con México a partir de la reafirmación del nacionalismo económico y empresarial. Y México carece de una política de desarrollo y de una política industrial que fortalezca la decreciente participación nacional en los productos exportados.
Lo que puede dañar la estrategia nacionalista de Trump es justamente el consumo de mexicanos en la potencialidad del comercio estadounidense. La capacidad de compra del mercado interno no logra sustituir el dinamismo de las ventas. En temporada de vacaciones mexicanas, la asistencia al mall Galleria era de locales estadounidenses paseando, con compras mínimas. Los encargados de los mostradores tienen claro que el consumidor estadounidense no sustituye al mexicano.
La crisis de ventas en Texas, Arizona, California y Nuevo México ha prendido los focos rojos sociales porque podría haber una correlación entre la crisis económica y el aumento de la delincuencia. Y en la zona de Houston, cuando menos en Galleria, hubo una disminución, a decir de empleados, de cuando menos la mitad del personal, sobre todo los hispanos que atendían a los mexicanos.
La conversación de Peña Nieto con Trump reveló que el Gobierno mexicano aún no entiende que Trump va en serio, que cuando menos en cuatro años –y podrían ser ocho– así serán las cosas. Y que esa estrategia de resistencia sólo augura la victoria de Trump sobre México en comercio, migración y diplomacia subordinada.
Política para dummies: la política es la habilidad para llevar a los seguidores a ninguna parte, pero asegurarles que es el sitio exacto escogido para llegar.
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@carlosramirezh