La reconstrucción provocada por el sismo de 1985 cambió el panorama político de la Ciudad de México y del país con el reforzamiento del Movimiento Urbano Popular y la exigencia de vivienda, al grado de que el PRI perdería el control de la capital de la República. Treinta y dos años después la naturaleza hizo otra de las suyas, y aunque los daños fueron menores porque la Ciudad de México está más preparada para este tipo de eventualidades, los muertos fueron pocos comparados con los más de diez mil del terremoto del 85.
El 7 de septiembre pasado hubo un terremoto en varias entidades del sur de la República, y sabedor de que los momentos políticos se tienen que aprovechar, Andrés Manuel López Obrador lanzó públicamente la propuesta de dedicar 20 por ciento del presupuesto público del Movimiento de Regeneración Nacional para apoyar a la población afectada, lo que equivale aproximadamente a 80 millones de pesos. Nadie imaginó lo que vendría después y el impacto que tendría en la Ciudad de México.
Treinta y dos años después del 19 de septiembre de 1985 se presentó otro sismo, aunque de menor intensidad y consecuencias, lo que motivó a diversos actores políticos a retomar la ocurrencia del señor López Obrador, a quien el propio Instituto Nacional Electoral había señalado que una donación así constituiría una grave falta que tendría que ser sancionada.
Una vez conocida la magnitud de los daños por el sismo del pasado 19 de septiembre, la ocurrencia del señor López comenzó a tener utilidad.
Desde la ciudadanía surgió una nueva propuesta para que los partidos políticos donaran parte de ese presupuesto público que reciben del Instituto Nacional Electoral para sufragar la reconstrucción, lo que adquirió seriedad cuando se comenzó a debatir la posibilidad y los mecanismos para llevarla a cabo.
La descabellada idea fuera de la ley comenzó a permear para encontrar mecanismos que la hicieran realidad ante la emergencia nacional.
Hasta ahora se hablaba de la ocurrencia del señor López, pero lo importante es que ya se han analizado los mecanismos para retomarla y destinar al menos la mitad del presupuesto público que reciben los partidos para paliar las necesidades de quienes resultaron dañados por la naturaleza en diversos estados del país.
Me parece que sería una medida justa y necesaria para que dejemos de tener partidos ricos frente a un pueblo pobre que pone el dinero para que ellos lo gasten.
Los senadores rebeldes del Partido Acción Nacional, encabezados por Roberto Gil Zuarth, salieron a señalar que basta cambiar una sola palabra en la Constitución para generar esa posibilidad de que 50 por ciento del presupuesto público de los partidos políticos se destine a la reconstrucción de los daños. En lo personal me parece un acto de justicia, pero tiene que ser en el corto plazo, antes que la mendicidad regrese por sus fueros en la política mexicana. Al tiempo.
Vladimir.galeana@gmail.com