Capital Querétaro

Nicolás Núñez: la emergencia del espíritu

TRANSMITIR EL DOMINGO 2 DE FEBRERO A LAS 10 AM.

 

Por Fernando de Ita

[Durante cuatro domingos, a partir de hoy, Nicolás Núñez celebrará el casi medio siglo del Taller de Investigación Teatral de la UNAM con una puesta en escena para continuar en la búsqueda de la luz dramática…]

 

Para celebrar los 45 años del Taller de Investigación Teatral de la UNAM (TIT), su fundador Nicolás Núñez logró montar en la Casa del Lago un compendio de la filosofía que ha motivado el trabajo de éste colectivo desde 1975. Digo “logró”, porque ya no hay teatro en el espacio donde se forjó parte de la escena de avanzada de la segunda mitad del siglo XX. La Sala Rosario Castellanos fue desmantelada para borrar impunemente 70 años de historia en la que los grandes maestros del arte dramático del país dejaron su huella.

      (¿Cuándo comenzó el cambio de identidad de la Casa del Lago? Se enterró su glorioso pasado y su presente luce infausto. Ya no hay teatro porque prefieren alquilar el espacio para convivios sociales y presentaciones comerciales. Sólo en esos casos se puede llegar el auto. El estacionamiento está cerrado si vas a un evento artístico. Hace tiempo hay una tensión muy fuerte entre los burócratas que administran la Casa y los trabajadores sindicalizados. Ahora hay una manta enorme denunciando la prepotencia de la secretaria del director. ¿Y las autoridades culturales de la UNAM qué hacen? Me extraña de Jorge Volpi.)

 

El trote contemplativo

Sólo le dieron dos días al TIT, en un horario de tardeada, para presentar Espíritus en estado de emergencia, una reflexión sobre qué hacer frente al fracaso de las ideologías y las formas de gobierno que han conformado el caos del mundo contemporáneo. Para el autor y director del espectáculo sólo queda sumergirse en la propia conciencia para que cada cual determine el camino a seguir en este valle de lágrimas. Consciente de que hablar de temas elevados puede aburrir al auditorio, Núñez plantea su lección de manera coloquial, como si fuera casual parlar sobre la angustia de estar vivos.

      En virtud de que el desmantelamiento de la Casa del Lago la dejó sin tramoya y por lo tanto sin los recursos del teatro convencional, el director ubica la acción del relato en una sala de ensayos en la que tres actores duermen encobijados, y por lo tanto despiertan para iniciar su entrenamiento cotidiano. Se puede aceptar o contravenir la temática de la obra, compartir o criticar la alegoría de la fábula que siguiendo a Harold Bloom hace de Shakespeare el inventor de lo humano. Lo que resulta inobjetable es el efecto del training en el teatro del TIT. En verdad, el maestro Núñez levita en sus ejercicios porque su cuerpo ya absorbió la técnica del trote contemplativo, al grado de que lo hace sin el mínimo esfuerzo, en contraste con Arcelia Tinoco quien sin tantos años de hacer lo mismo muestra la diferencia entre la maestría y el aprendizaje. Arcelia es una lumbrera con tres licenciaturas y una obsesión: el teatro. Tan guapa que se ve con ropa de trabajo y luego se pone un vestido de “fantasía” que paradójicamente nos quita la ilusión que prometía su primer vestuario. El tercer comediante es un personaje en sí mismo: Jorge Zepeda. El cuarto, un guardián del TIT: el poeta Xavier Carlos.

 

La instrumentista y la chamana

Lo que le da cohesión sonora y ambiental a este teatro pobre en recursos tecnológicos y rico en espíritu es la música de Fabiola Cuevas y la energía de la chamana Ana Luisa Solís. La combinación de instrumentos de viento y percusión de origen o carácter indígena con la mandolina y la voz de ambas mujeres hacen del aquí y el ahora un tiempo dilatado en donde pasado y presente son un mismo instante. Acaso porque se logra una de las premisas del TIT que es evitar la arqueología de las culturas originales para actualizar sus resonancias milenarias. Curiosamente, la imitación de la música y las danzas de nuestros antepasados se convierte automáticamente en folclor urbano. Por el contrario, al trastocar la forma de hacerlo se revitaliza su esencia. Eso es lo que logran la instrumentista y la chamana.

 

Ser o no ser

Una simple tabla nos ubica en el teatro donde Zepeda, que hasta entonces ha estado ensimismado, muy presente en su ausencia, dirá el monólogo más repetido del mundo: el famoso, Ser o no ser, de Hamlet. Jorge vivió muchos años en Nueva York y ahí trabajó diversas versiones del soliloquio. Entiendo que en esta ocasión utiliza la de Richard Burton, con acento escocés.

      ¿Será por eso que no se le entiende una sola frase?

      Mi inglés es playero, pero fui al teatro con dos personas trilingües que hablan perfecto el idioma de Shakespeare y les pasó lo mismo. La actitud del actor es honesta y de entender lo que dice lo estaría celebrando. Ayuda que mal que bien uno sabe lo que elucubra el esquizofrénico príncipe de Dinamarca, pero era inevitable preguntarle al director por qué no lo dijo Zepeda en español.

      La respuesta es antológica: ¡porque no puede! La tiene tan montada en inglés que ya no le sale en nuestro idioma. Como ocurre con los espectáculos del TIT, sus fieles seguidores saldrán tocados por esta declaración de principios, por este compendio de 45 años de buscar la misma luz por diferentes prismas.

      Pero tampoco faltará el público cuyo desinterés por la forma y el contenido de esta reflexión en movimiento los levante de la butaca antes de tiempo.

 

Casi medio siglo

Lo irrefutable es la perseverancia, la coherencia de una búsqueda del espíritu humano por medio de la acción dramática. Otra de las premisas de Espíritus en estado de emergencia es que el teatro es una forma de encontrarse consigo mismo y con el otro. Casi medio siglo de sobrevivir al margen del teatro convencional, haciendo de las catacumbas el lugar ideal para contemplar las estrellas, le dan al TIT un pedigrí que muy pocos grupos tienen. En cuanto al título de la obra no pude ser más afortunado. Sin duda, vivimos un estado de emergencia en tantos frentes que se nos olvida el esencial: el del espíritu.

      La obra se presentará en El Foco (Tlacotalpan 33, colonia Roma, Ciudad de México) los días 2, 9, 16 y 23 de febrero.

NTX/FDI/VRP/JC