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Usar un bikini puede resultar algo muy común entre las mujeres en la actualidad pero no siempre fue así.
Cuando se creó, las reglas sociales eran diferentes y mostrar mucha piel era algo impropio para las mujeres de esa época.
El bikini fue creado en 1946 por el ingeniero francés Luois Réard. La primera mujer que lució un bikini para mostrarlo al mundo fue la bailarina nudista Michelle Bernardini, que fue contratada por Réard para mostrar su ‘invento’.
Por supuesto que tan poca cantidad de tela cubriendo un cuerpo femenino era una transgresión para la sociedad.
La iglesia católica presionó para que se prohibiera su uso, y lo logró en países como España y Portugal.
El bikini se volvió una prenda de mal gusto, imposible de usar para las ‘mujeres decentes’, de acuerdo con revistas como Vogue y Modern Girl, de los años 50.
Y entonces sucedió: usar un bikini se volvió un acto de rebeldía, que iba contra las reglas.
Actrices estadounidenses como Brigitte Bardot, Ava Gardner, Mariylin Monroe, Ursula Andress, Raquel Welch y Rita Hayworthpopularizaron su uso y eran vistas como mujeres atrevidas y provocadoras.
Pero para las mujeres que no tenían exposición en medios de comunicación significaba una verdadera decisión usarlo en su cuerpo.
Algunos postulados feministas plantean el derecho que deben tener las mujeres para decidir sobre su cuerpo. En la actualidad lo vemos con el tema de la interrupción del embarazo, pero en los años 50 se trataba de poder decidir si usaban falda o pantalón, traje de baño completo o bikini.
Por esta razón, en esa época, usar un bañador de dos piezas implicaba un acto de liberación y decisión sobre su cuerpo.
Con el tiempo, las mujeres con poca ropa se volvieron un símbolo de deseo y, en algunos casos, en objetos sexuales. Esto ha llevado a que el uso del bikini ya no sea un acto transgresor e incluso hay corrientes que pugnan por usar traje completo o estilo pin up, donde la parte de abajo del bañador es de tiro alto y el top cubre más el pecho. El punto es que cada quien pueda decidir qué ponerse por gusto y no por imposición.
