Los padres suelen encontrar a sus hijos como los mejores niños que hayan pisado la faz de la Tierra. Y es normal; el amor incondicional hace que se idolatre y se busque lo mejor para ellos.
Sin embargo, noticias como la de pequeños con altas capacidades cognitivas que logran ingresar a la universidad desde temprana edad pueden llegar a confundir a los padres de familia, quienes consideran que sus hijos son capaces de lograrlo, lo cual provoca que los presionen y hagan de su infancia un periodo que no van a querer recordar cuando sean grandes.
Ser un “niño genio” es algo que ocurre desde nacimiento y no se puede aprender.
Esto no quiere decir que los padres no deban estar alerta a ciertas señales que indiquen que sus hijos pueden tener un coeficiente intelectual por encima del promedio; si lo detectan a tiempo podrán canalizar de mejor manera sus aptitudes y ayudarlo a que sus capacidades lo lleven a conseguir todas las metas que se proponga.
Algunas de las señales que pueden indicar que se tiene a un hijo con altas capacidades cognitivas son las siguientes:
- La mayoría de los niños sobredotados son distraídos en clase, ya que sus intereses son distintos a los que se imparten generalmente.
- Tienen un deseo por el conocimiento teórico predominante sobre el práctico.
- Adquieren conocimientos y los entienden de manera más rápida que el resto de los niños.
- Los caracteriza la hiperactividad pero no en el sentido clínico, pues tienen mayor actividad que los demás niños de su edad pero esta disminuye al presentarse una tarea demandante.
- Su edad mental no corresponde con su edad corporal. Tienen intereses y lenguaje de una persona adulta. Además pueden entablar conversaciones con ellos de manera natural.
- Toman decisiones rotundas. Pueden parecer personas tercas, ya que buscan imponer sus reglas.
- Apuestan por el perfeccionismo. Tienden a lograr todos los objetivos en diversos ámbitos, ya que tiene poca tolerancia a la frustración.
- Son hipersensibles. Esta característica, por ejemplo, permite a los artistas desarrollarse mejor en la música, aunque también puede provocar distracción.
Si detectas que tu hijo presenta más de una de estas señales, lo siguiente es que te acompañes de un profesional, como un psicólogo, para que sea él quien determine si es o no un pequeño genio.
El diagnóstico se debe realizar con el apoyo de un estudio psicopedagógico.
Si el especialista determina que el menor cuenta con un coeficiente intelectual sobresaliente, será él quien te dará las mejores recomendaciones para que puedas guiar sus capacidades por la ruta correcta y no sea un talento desperdiciado.