Por Cassandra Garrison y Maximilian Heath
BUENOS AIRES, 2 sep (Reuters) – Los peores incendios en más de una década están devorando amplias partes de los humedales de Argentina, alimentados por una importante caída en la altura del río Paraná que ha dejado expuestos combustibles suelos ricos en carbono.
Científicos que estudian los humedales más grandes del país sudamericano mediante tecnología infrarroja e imágenes satelitales dijeron que en agosto detectaron más focos de calor, o potenciales fuegos activos, que en cualquier otro mes del 2020.
Lluvias en los últimos días aplacaron nuevos focos, pero no se espera que el nivel del Paraná -la vía por la que sale el 80% de las exportaciones agrícolas de Argentina- cambie de manera significativa, según el Instituto Nacional del Agua, dejando aún expuesta a tierra que tiene el potencial de arder.
La destrucción de los humedales, que desempeñan un papel fundamental en mitigar inundaciones y la purificación del agua, es una preocupación central para científicos. El ecosistema alberga miles de especies, entre ellas la capibara o “carpincho” -como es conocido en Argentina-, el roedor más grande del mundo.
Según Natalia Morandeira, investigadora en el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de San Martín, personas que viven en comunidades isleñas sobre los márgenes del Paraná han perdido sus hogares y ganado, y combaten las llamas ellos mismos utilizando baldes con agua.
“Esta es la peor situación desde el 2009”, dijo la bióloga, que detalló que en agosto se registraron casi 16.000 nuevos focos de calor, lo que representa el 59% del total de 26.667 focos reportados en el año.
Una sequía en Argentina que meteorólogos han descrito como la peor en más de una década también ha ayudado la diseminación del fuego. Además, una severa escasez de lluvias en el sur de Brasil también ha contribuido a que este año el Paraná llegara a su nivel más bajo de los últimos 50 años.
En la ciudad portuaria de Rosario, donde el humo de los incendios ha generado importantes dificultades, el nivel del Paraná el miércoles era de 1,16 metros, señaló la Prefectura Naval Argentina, muy por debajo del promedio para septiembre de 2,67 metros.
En las mediciones del nivel de los ríos, el cero corresponde a una medición de referencia y no a la profundidad al lecho del río.
“El hecho de que la vegetación y los suelos estén tan secos hace difícil el trabajo (de los bomberos). Los ríos son angostos por la sequía, algunos arroyos están secos, así que los fuegos pueden pasar de una isla a otra”, dijo Morandeira.
Casi 200.000 hectáreas de humedales, una superficie alrededor de 11 veces el tamaño de la ciudad argentina de Rosario -cuya población es de casi 1 millón de personas- han sido quemadas, según datos del Gobierno nacional.
Cuando los niveles de agua son bajos, el carbono orgánico almacenado en el suelo de los humedales queda expuesto y actúa como una especie de combustible, lo que dificulta contener las llamas y libera emisiones nocivas a la atmósfera, dijeron los científicos.
Grupos ambientalistas incluyendo a Greenpeace dijeron que los incendios son producto de la actividad agropecuaria en la región.
Sin embargo, Eduardo Grimaux, presidente de la Sociedad Rural de la ciudad Victoria, ubicada en la provincia de Entre Ríos y cercana a los focos, se defendió de la acusación y explicó que los productores solo prenderían un fuego durante la primavera, cuando llueve más, y no en los últimos meses.
“Hubo un incremento de gente que viene en lancha de Rosario porque no se puede mover en la ciudad por una cuestión de cuarentena (por el coronavirus), entonces tiran basura, hacen un fueguito, hacen un asado, todo suma”, dijo Grimaux, que también explicó que pescadores y cazadores furtivos prenden fuegos en las islas.
Es probable que los incendios continúen hasta que lleguen los meses más húmedos de la primavera, explicó Fabián Dayde, segundo jefe del cuerpo de Bomberos Voluntarios de Victoria. La primavera comienza en el hemisferio este mes.
“Estaríamos en una etapa de ‘stand-by’, de espera”, dijo Dayde, agregando que “va a ser la cuestión del cambio estacional lo que va a provocar la desaparición total de los focos”.
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(Reporte de Cassandra Garrison y Maximilian Heath; Editado por Jorge Otaola y Manuel Farías)