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Javier Barros Sierra confrontó al poder

01 de Agosto 2018
Hace 50 años encabezó marcha en defensa de UNAM

Javier Barros Sierra, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) caminó el 1 de agosto de 1968 entre una multitud de estudiantes en Ciudad Universitaria. Subió al templete donde le esperaban los altavoces y miles de estudiantes para dar un discurso que enmarcaría una manifestación sin precedentes.

Dos días antes, la madrugada del 30 de julio, la autonomía universitaria fue violada: un bazukazo disparado por un soldado del batallón de fusileros paracaidistas derribó la puerta del antiguo Colegio de San Ildefonso, que era sede de la Escuela Nacional Preparatoria, instalaciones tomadas por estudiantes en protesta por la violencia ejercida contra ellos.

Unas horas después de ese fatídico acto, Barros Sierra realizó el primer acto de apoyo a los jóvenes estudiantes: tras izar la bandera de México a media asta en Ciudad Universitaria, entre un silencio cautivador para tal acto, enmarcado por actos de violencia escandalosos y ensordecedores contra la juventud estudiantil mexicana.

“Hoy es un día de luto para la Universidad, la autonomía está amenazada gravemente”, dijo el rector.

El hombre de carrera universitaria por destino familiar y vocación, convertido en el rector de la máxima casa de estudios, convocó ese mismo 30 de julio tanto a los alumnos de la UNAM como del Instituto Politécnico Nacional (IPN), además de docentes y trabajadores, a una marcha en defensa de la autonomía.

Dos días después, caminó entre esa multitud de jóvenes y simpatizantes del movimiento del 68 que comenzaba a gestarse y que pedían, entre otras cosas, un alto a la represión ejercida por los cuerpos de granaderos hacia los estudiantes y la libertad de los presos.

Antes de las 16:30 horas, cuando se convocó a la concentración en Ciudad Universitaria, Barros Sierra subió al templete y pronunció ante miles de personas un discurso en el que detallaba que el destino de la manifestación no sería el Zócalo, sino la esquina de Félix Cuevas e Insurgentes, debido a un despliegue militar, y exaltó que confiaba en el compromiso que habían contraído.

“Necesitamos demostrar al pueblo de México que somos una comunidad responsable, que merecemos la autonomía, pero no sólo será la defensa de la autonomía, bandera nuestra en esta expresión pública; será también la demanda, la exigencia por la libertad de nuestros compañeros presos, la cesación de las represiones”, señaló el rector.

“Será también para nosotros un motivo de satisfacción y orgullo que estudiantes y maestros del IPN, codo con codo, como hermanos nuestros, nos acompañen en esta manifestación. Bienvenidos. Sin ánimo de exagerar, podemos decir que se juegan en esta jornada no sólo los destinos de la Universidad y el Politécnico, sino las causas más importantes, más entrañables para el pueblo de México”, expresó.

“En la medida en que sepamos demostrar que podemos actuar con energía, pero siempre dentro del marco de la ley, tantas veces violada, pero no por nosotros, afianzaremos no sólo la autonomía y las libertades de nuestras casas de estudios superiores, sino que contribuiremos fundamentalmente a las causas libertarias de México”, agregó.

Así, comenzó la movilización, entrelazados por los brazos, codo con codo, miles de estudiantes marcharon atrás del rector de la UNAM, con pancartas de repudio a la represión, “el juego político no es olímpico”; los habitantes de los edificios de Insurgentes sur asomaban sus cabezas por las ventanas o salían a los balcones para ver pasar la manifestación. Entre las paredes de esos edificios retumbó la palabra “justicia”.

Al finalizar la marcha, Barros Sierra pronunció otro discurso en el cual aseguró: “Jamás en mi vida me he sentido más orgulloso de ser universitario como ahora. Hemos expresado, no sólo ante nuestro pueblo, sino ante el mundo, que nuestras altas instituciones de educación superior son capaces de autogobernarse, de decidir sus destinos. La Universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunión, de expresión y la más cara: ¡nuestra autonomía! ¡Viva nuestra universidad! ¡Viva el Politécnico!, ¡Vivan nuestras instituciones hermanas! Pero por encima de todo ¡viva México!”, concluyó.

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