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La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizó una ceremonia conmemorativa por los 50 años del inicio del Movimiento Estudiantil de 1968, durante la cual se exaltó el evento como un parteaguas para la transformación del país y la respuesta, a la altura de las circunstancias, del entonces rector Javier Barros Sierra.
Hace 50 años, elementos del Ejército mexicano destruyeron la puerta colonial del antiguo colegio de San Ildefonso, sede de la Escuela Nacional Preparatoria, donde decenas de alumnos se escondían de los uniformados. Estar dentro de su escuela significaba estar seguros, pero no fue así. Los soldados ingresaron al recinto y los detuvieron.
Desde la rectoría, Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM, indicó que ayer se recordó el inicio del movimiento estudiantil de 1968, “en particular, conmemoramos el asalto al antiguo colegio de San Ildefonso, sede de la Escuela Nacional Preparatoria, que implicó la destrucción de su centenaria puerta por un bazucazo”, aunado a la respuesta del rector.
Día de reflexión
Para Lomelí Vanegas, esta fecha se trata de un espacio de reflexión sobre un momento fundamental “que marcó la historia” de la UNAM, uno que merece ser estudiado y examinado, pero en especial recordado”, expuso.
“Este día pasó a los anales universitarios como una noche trágica, pues la violencia y sinrazón, encarnada en forma de una bazuca, intentaron violentar la autonomía.
Aclaró, intentaron, porque la violencia y la sinrazón jamás triunfarán sobre el verdadero espíritu universitario”, señaló.
El secretario general recordó que este movimiento, encabezado por jóvenes mexicanos, formó parte de una efervescencia política internacional, donde figuraron también el Mayo francés, el Black Power de los atletas olímpicos, el rechazo absoluto al imperialismo estadounidense en el sur de Indochina y la lucha contra la entrada de tanques soviéticos en Praga.
Así, el 26 de julio comenzaron los actos represivos contra los jóvenes que expresaron el verdadero poder de la protesta ciudadana, abanderando el hartazgo social, lo cual liberaría a la población para exigir democracia, libertad y respeto a los derechos humanos.
A través de protestas y gritos se ganaron a pie las calles de la Ciudad de México y de su población que se solidarizaba con ellos. Esa violencia los llevó a guarecerse en San Ildefonso, pero los días siguientes el conflicto escaló.
Enrique Graue, rector de la UNAM, afirmó que eligieron el 30 de julio como el día para realizar la ceremonia conmemorativa de los 50 años del inicio del Movimiento del 68, porque después del bazucazo “se inició una sistemática represión de libertades y una serie de acciones contra de la autonomía de las principales casas de estudio”.
El rector indicó que las varias e innecesarias detenciones de estudiantes, produjeron “que el movimiento escalara” y que creciera con el apoyo de escuelas del IPN y de otras instituciones educativas.
Indicó que, oficialmente, se “calificó el acto como necesario y protector de nuestra universidad”, ante lo cual Javier Barros Sierra, rector de la UNAM, se pronunció contra la violación a la autonomía universitaria, la violencia ejercida e izó a media asta la bandera como señal de luto y de protesta; además convocó a estudiantes, alumnos y trabajadores a una marcha programada para el 1 de agosto.
Lo que hoy tenemos
Para Gerardo Estrada, exparticipante del movimiento estudiantil del 68, este evento significó un cambio profundo en el país, en especial sobre la libertad y la democracia; aunque en esa época los mismos participantes no se daban cuenta de la importancia del movimiento general.
A 50 años, indicó en entrevista para CAPITALMEDIA, que la sociedad mexicana ha cambiado mucho, “es más demandante, tiene lo que le llamábamos en esa época ‘conciencia política’, las estructuras se han liberado, ya no hay una censura tan grande, hay libertad de expresión, democracia”, precisó.