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La ingesta de líquidos, en particular el agua simple tiene relación con la viscosidad (densidad) de la sangre, además de que con un consumo adecuado se puede evitar la aparición de algunas enfermedades como la obesidad, por lo que una buena hidratación contribuye a un corazón sano.
De acuerdo con un estudio de la Universidad Loma Linda, de California, beber cinco o más vasos de agua al día, ayuda a reducir el riesgo de un infarto al hacer menos densa la sangre.
Mientras que, de acuerdo con un artículo del médico internista y colaborador del Instituto de Bebidas para la Salud y el Bienestar de la Compañía Coca-Cola, Arturo Torres y Gutiérrez Rubio, comparados con individuos hidratados de manera adecuada, quienes consumen pocos líquidos tienen 60 por ciento de más probabilidad de ser obesos.
El peso corporal está íntimamente ligado con salud o enfermedad, pues el exceso del mismo es factor de riesgo para diabetes, presión arterial elevada y trastornos de las grasas (nivel elevado de colesterol y triglicéridos) en sangre, que afectan en forma directa al corazón.
En el marco del Día Mundial del Corazón que se conmemora el 29 de este mes, mencionó que para para cuidar ese órgano, un buen principio es estar bien hidratados.
La recomendación de ingesta diaria de líquidos del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” para adultos sanos es de 3.0 litros para las mujeres y de 3.750 litros en el caso de los hombres.
Para alcanzar estas cantidades cuenta todo: agua, te, café, leche, jugo, refresco y cualquier otro líquido, así como sopas, alimentos caldosos y fruta.
Es importante beber líquidos en cantidades pequeñas, pero de manera constante y no esperar a tener sed, porque cuando esto ocurre se debe a que ya hay cierto grado de deshidratación en el cuerpo.
Cuando se restringe la ingestión de líquidos se ha comprobado que disminuye el estado de alerta y la capacidad para concentrarse, mientras que aumentan progresivamente tanto el cansancio como el dolor de cabeza.